jueves, 24 de septiembre de 2009

AUSTERIDAD

AUSTERIDAD

En su cualidad austérica, la señora en epígrafe también consigue relativo éxito cuando se propone elevar la pasión a un grado extremo de éxtasis y mortificar los sentidos de los humildes paisanos. Pensando con elegancia, el listillo también actúa elegantemente al creer que el parroquiano de estas costas sabe reconocer el líder que da facha genial a las cosas que son realmente estúpidas.

Al volar por encima de los problemas que afectan todos los españoles, y de un modo muy especial a todos los gallegos, el parlamento de la comunidad del extremo oeste cantábrico, establecida en la antigua casa veterinaria, resuelve hacer su parte en la contención de gastos y proclama a los cuatro vientos una economía de 1,7 millones de euros, no sé si en lo que va del año o en lo que falta para acabarlo.

Olvidándose lo que afirman los gurús palacianos de Londres y Washington, apostamos en el poder intuitivo de la meiga autóctona para repetir el suceso que en el pasado nos transportó al club de los llamados países ricos, de afluencia capitalista.

Ignoramos el aviso de la roja bandera y desde cualquier peñasco de la costa abrupta nos arrojamos al mar confiando en el ímpetu de nuestras musculosas brazadas. El percebes, percibido como el más jugoso entre los pollícipes, también es el que más peligro ofrece para ser alcanzado. Y por ahí vamos, conducidos y convencidos por media docena de reglas al buen estilo de Nightingale.

Ahorro de 1,7 millones de euros a cuenta de la Austeridad es algo que impresiona, y presiona la boca del pobre para que esta se mantenga callada y dejen que el cilio atornille la cintura y, en el aprieto, resista por más tiempo la patata caliente que nos quieren hacer engullir.

La estrategia parece clara y muy llana: Permanecer fieles y unidos entorno de un círculo con 1,7 milloncitos de los poderosos euros. Y no es una estrategia que se preocupe con el destino de los milloncetes, arrebañados de las obras del Horreo, prescindibles como el trabajo de un pintor, el de un carpintero, un electricista o cualquier persona del público poder en tiempo de crisis. La estrategia será mantener activas las lágrimas de cocodrilo y llorar el destino de esos sabrosos granos del maizal que se ahorra. Y luego buscaran consecuente aplicación financiera de largo plazo, bien largo, larguísimo para que su afecto se difumine por el bolso experto de gestores aguaciosos y el campesino lo observe a la luz de las trevas del juicio final.

Austeridad, esa modesta señora que ha resuelto vestir el hábito del monje austero, porque en su vida asceta solo ve Zeus. Y a Zeus, en su helénica omnipotencia, nada lo incomoda, nada le perturba y nada necesita para hacer frente a sus necesidades fundamentales, y quien, en su eterno egocentrismo, construyó del barro tan semejante imagen, infelizmente desprovista de tan consoladora virtud.

“Eliminar los gastos que no sexan estritamente necesarios para o exercio de nosas competencias” me suena a que quieren arrancarme la cuchara, el tenedor y la cazuela y devolverme al paraíso de la naja y manzana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario