lunes, 7 de septiembre de 2009

MANIFIESTO CALLEJERO

MANIFIESTO CALLEJERO

Mi muy señor mío: Decía usted, el cinco de setiembre del año en que usted gobierna por primera vez Galicia, que su jefe, el gobernador de España, sigue una política económica improvisada, con visión de corto plazo, y que somos nosotros, los ciudadanos, quien al final pagamos las malas cuentas del Gobierno.

En el año 2007 había indicios de una crisis profunda que yo había identificado en el año 2003, cuando a mí negaban reconocer los títulos y certificados profesionales que yo exhibía a autoridades laborales para justificar mi demanda por empleo en la gloriosa España de Aznar y en la siempre eterna Galicia de Fraga. Todo mi esfuerzo fue negado hasta la saciedad y suciedad del grupo político local, que usted, un lustro después, pretende resucitar con sabrosa lupanda en los altos montes de San Pedro.

Todo indica, mi señor, que a vostede le va dar mucho trabajo el esfuerzo por conseguir creto de la gran mayoría de gallegos, pues si de aquella ya éramos un absurdo de desempleados, que dirán hoy esos doscientos mil gallegos ansiosos por que no les caiga la desgracia del abono que pagará el empleo perdido y, a la vez, deseosos de no dilapidar tal ayuda si la desgracia del desempleo masivo perdura.

Señoría, nos preocupa lo que a usted preocupa en el inicio de su reinado: ¿que será de nosotros, los otros gallegos que no integramos el honor presidencial, cuando usted destine los 420 euros del señor Zapatero a las obras de la faraónica casa de cultura? Sí, pues creemos que usted dispone creto suficiente para insuflar el orgullo gallego y negar la malandrín ayuda ofrecida por gobiernos descompromisados con el bienestar de la cuarta ola de Alvin Toffler.

Sugiere vuestra señoría no perder tiempo con el choque entre futuro y presente, denunciado a los cuatro vientos tras la caída de los hermanos Lema (Lehman Brothers), hace exactamente un año (15 setiembre de 1908)

Tenemos 18,5 % de la población en paro forzado. Significa que, a seis meses del nuevo gobierno, Galicia continúa en abisal caída, sin que desde el poder autonómico se vislumbre suelo sólido, ni siquiera a longo plazo.

Si Galicia espera por ábregos vientos, empurrando cuotas masivas de confianza, los doscientos mil sin empleo estarán perdidos. Si Galicia espera plantar las medidas conocidas de la ortodoxia capitalista, los doscientos mil desempleados servirán de abono. Si Galicia espera subir al palco de las decisiones políticas ancladas en la retórica del progreso y prosperidad, Galicia se verá vendida a un grupo de empresarios expertos y bien plantados.

Si de la espera el cuerpo desvanece, si del desespero el gobierno no anda o ahoga, agobiado por la critica a intereses que debería defender con firme desenvoltura y modestia delante de injusto paro, si se dedica a solventar gallinas de ojos azules y jugar con la lengua en escuelas infantiles, olvidándose que el parado por falta de empleo necesita comer y vestir en el duro invierno de la peste porcina, que se avecina, no solo los parados se verán en apuros, pues en apuros estaremos todos que componemos el listado gallego, aunque algunos sean gobierno y los otros sean el resto. Con todo respecto lo digo, mi señor: resto de gallegos forzados al paro, en el que se incluye este vuestro consejero con su modesto y callejero manifiesto.

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