domingo, 13 de febrero de 2011

AUTORIDAD AUSTERA

Después de una calorosa siesta al columpio de una red indígena, bajo el sol tórrido de capricornio, no puedo evitar la tentación de sumergirme en una ducha de agua fría para ver si la temperatura se me baja un poco.

Se me bajó hasta un nivel que puedo clasificar como placerosamente agradable. Sensación buena  para aprovechar el momento dando cabo de las noticias que desde la patria querida vienen a mis ojos para clavarse en mi alma.

Dicen que radicaliza más quien peor lo hace. Es de suponer, por este dicho, que Rajoy, al radicalizar su discurso contra Zapatero, predica en contra si mismo al probar de público que hace lo que dice que el otro ha hecho. Esto es, radicaliza la patata directo desde el horno sin necesidad de sementar el tubérculo.

Austeridad, austeridad, austeridad a todo momento; austeridad por la boca de Rajoy, austeridad por la boca de Feijoo. Austeridad a cualquier coste. Al coste de la rincha, al coste de la revancha, al coste de la fusión, evaporización y condensación. Al coste de cualquier cosa desde que la austeridad  se haga tan pesada que nadie más quiera que ella aparezca en el escenario de tanta frugalidad.

Señor y venerado príncipe de Ourense, que manía lleva usted de querer arrastrar los gallegos al campo de la pelea que usted y Rajoy quieren tabular con José Luis. Si Zapatero fuera Almanzor a esta altura  ya estaría en Santiago poniendo sobre sus hombros  todo el campanario de la catedral y de puntitas hacer que usted lo llevara  de vuelta cara la mezquita de Córdoba.

Díganme, ¿como usted puede pedir que Zapatero venga a Galicia si a todo momento alfineta su imagen y reza como un vudú excomulgado para que su señor se ahogue en un vaso de leche antes de alcanzar la protección de Santiago? Usted nunca ha estado en Lires y eso no dice nada del respecto que usted pueda, o no, tener por los líricos.

No quiera convencer los gallegos con un discurso que transfigura la insolvencia de una caja de cultura y la fusiona en banco insolvente por naturaleza de su propia ley. ¿Que culpa tiene Zapatero de los parches que usted ha puesto en la ley de cajas? Si usted no arranca la tachuela, ella se clavará en el pie; si la arranca, la bolla se deshincha y por esa piel delgada tal vez se haga transparente lo que se quiere ocultar con tanta austeridad.

De momento y para probar que continúo su fiel consejero, le doy razón por el hecho de que toda  lluvia que cae en mi bisbarra y las tormentas que azotan los cabos de la costa de la muerte son hechizos del señor Zapatero contra los alcaldes del pp; lo hace  para demonstrar transparencia de la autoridad reinante en los partidos locales.

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