viernes, 11 de febrero de 2011

EL MUNDO ES MÍO

“Cuando el orden perfecto prevalece, el mundo es como un hogar compartido por todos. Los hombres virtuosos y dignos son elegidos para las oficinas públicas, y hombres capaces tienen puestos ventajosos en la sociedad; paz y confianza entre todos los hombres son las máxima del vivir. Todos los hombres aman y respectan sus propios padres y niños, lo mismo que a los padres y niños de los otros. Hay un cuidado para el anciano; trabajo para los adultos; hay alimento y educación para los niños. Hay un medio de sostén para las viudas y los viudos; para todos los que se encuentran solos por el mundo y para los incapacitados. Cada hombre y mujer tiene un papel apropiado que desempeñar  en la familia y en la sociedad. Un sentido de compartir desplaza  los efectos del egoísmo y materialismo. Una devoción al deber  publico  no deja sitio para el ocio. Intrigas y tolerancia para ganancias mal habidas son desconocidas. Los paisanos tales como estafadores y ladrones no existen La puerta de cada casa nunca necesita estar cerrada con llave y pasador de día o de noche. Estas son las características de un mundo ideal, el estado para el bien común”.

Si existiera un mundo así yo lo amaría más y más y me embriagaría hasta la saciedad de tanta felicidad. No obstante, ebrio, sabedor de su inexistencia, veo este mundo como una gran posibilidad para coexistencia entre lo imaginado y lo real. Nado entre los límites de dos aguas, el cielo y el infierno. No conozco ninguno de los dos, pero he aprendido a amar uno y a respectar el otro, ambos constituyentes de la dualidad inmortal cuando la material desvanece.

Babeuf, uno de los dioses de la Revolución Francesa, rechazaba en su ideario revolucionario las instituciones de la propiedad particular y el régimen hereditario y proclamaba una administración pública constantemente vigilada para que las diferentes capacidades entre sus integrantes no pudieran dar causa a un ciego egoísmo por la acumulación de riqueza. Babeuf consideraba que un trabajador por muy capaz, por muy inteligente que fuese no debería recibir mayor contraprestación que el resto de los ciudadanos. Toda y cualquier contraprestación debería estar fundamentada en las necesidades manifiestas de un individuo. Fue un sabio pensamiento que daría causa a un largo proceso cuyo final, de antemano previsible, fue la guillotina. Y Babeuf fue guillotinado con toda la moral de una pública pompa para regocijo de la administración pública.

No me exijan aquella tatica acompasada que los diplomáticos llaman prudencia y que se opone a que se descubra de un golpe, sin reservas, sin gradaciones, el abismo espantosos en donde ha caído la patria” … “Veo en el orden natural de la administración pública la perturbación del sistema popular: abstracciones políticas en vez de principios, continua el estupor y el encogimiento propios de la esclavitud en lugar de la energía caracterítica de los países libres, un gobierno oligarca con parlamento nulo y dirigido por fantasmas desde las tinieblas ”.

En resumen, Babeuf es muy actual y se hace muy conocido y reconocible y por la tesis de que se ama más lo que más se conoce, yo me pongo a divagar en el diván de mis locuras y pido perdón a mi mundo si mis trasnochadas no entretienen vuestros sentidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario