viernes, 27 de enero de 2012

DOSIS MORTAL


Una ligerísima contracción del músculo pib parece ser suficiente para una grave tensión en la masa gris del tejido laboral. Como licencia poética, la contracción  es reacción de la propia acción. Lo paradoxal es verificar como una específica acción aplicada en dosis homeopáticas provoca respuestas tan diferentes en organismos tan semejantes e interdependientes. Dada una contracción cualquiera no sería prudente subir al campanario para badalar las campanas y cundir alarme de infarto, el cual puede ocurrir no por la contracción en sí, pero sí por el pánico de la onda que se alastra por el músculo menos protegido.

Sabemos que la contracción muscular proviene de enlaces ricos de energía que se desintegran en otros tipos energéticos todavía más ricos. De esta forma, para hablar de la contracción, necesario se hace saber de que tipo de contracción estamos hablando. Por ejemplo, cuando el centro emite señal capaz de provocar tensión para vencer cualquier resistencia, el resistor se encoje   en pequeños círculos, concentrando toda su energía para dar eficaz respuesta al tensor. Concentrado en su pequeñez, la masa se hace solidaria y su moral vuelve a crecer en nuevo estado de resistencia, muy capaz de ultrapasar la naturaleza excéntrica del esfuerzo tensor, y no parará en su expansión hasta que la fuerza de la gravedad en que orbita le haga saber que es mejor volver al estado natural de los movimientos rítmicos del corazón.

Crecer en ritmo de reducción es un crecimiento que ocurre en intervalo de tiempo mayor que el intervalo de referencia. Una reducción de dos por cien en el presente año, puesto sobre un modelo lineal matemático capaz de predecir el futuro, nos haría pensar que de aquí a diez años estaremos comiendo 2 % menos que hoy. -  ¡Formidable! - exclamarán los estrategas de la obesidad. - ¡Maldición! – es la primera palabra que adviene al cerebro de la acumulación capitalista.

Quien puede más, habla menos y actúa mejor. Aparece más tensión en el sistema. Aplicado en pequeñas dosis en los momentos en el que el cuerpo va perdiendo elasticidad, el sistema enrojece porfiado   en un propósito, que juzga pertinaz en la intención pero es muy flaco en los resultados, hasta que finalmente, ultrapasada la resistencia a la fatiga, adviene la ruptura.

En España no se puede hablar de austeridad, cuando en su demografía observamos el caótico despilfarro de más de 22% en su capacidad productiva. Mejor sería hablar de la tensión provocada por la desfachatez acumulativa del capital, con su veneno financiero de resultado conocido por su aplicado interés en pequeñas dosis homeopáticas.

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