lunes, 16 de enero de 2012

SILENCIO


Cuando tomé conocimiento del número de habitantes que tenia España, éramos 33 millones de españoles. De aquellos, más de 26 millones ya emigraron al desconocido mundo de una vida mejor, donde el cambio de los años ocurre sin ningún sobresalto, sin odio, sin dolor, sin muerte. 

Ayer, un indomable gallego con mezcla de sangre vasco tuvo la osadía de abandonar el palco de esta traidora existencia. Marchó con su bastón y paraguas en el tren de las 10:30 pm. Su camino fue el de la emigración al infinito. Entró en el tren que él bien conocía por haberlo andado repetidas veces, pero, ayer, un ligero viento del nordeste, húmedo y frio, inundó su pecho y lo hizo subir. Y fue subiendo sin rechistar, cosa extraña para un gallego que tanto supo amar a Galicia.

Dicen que murió Manuel Fraga Iribarne, pero yo bien se que no. Vive en una colosal nube donde me espera para guiar mis pasos cuando la luz del sol deje de iluminar mis sentidos.

Hasta luego don Manuel, lo digo con el más sincero respecto de un gallego que vive en la emigración.

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