domingo, 1 de enero de 2012

ODA

Arrumbados
Se hace necesario mirar el horizonte por el fulcro de nuestros ojos para encontrar el rumbo capaz de conducir nuestros firmes propósitos al idealismo de un puerto un poco más seguro que este en que nos hemos encallado después del boom de la construcción civil y el descalabro financiero que ha dejado un cauce extremamente minado para el cruce de la frágil galera. Reducir el número de unidades administrativas en la provincia coruñesa parece ser un objetivo de don Diego Calvo para torcer la nariz de la barca y cambiarle el destino. Todos somos responsables por la administración y tanto monta en mea culpa los gestionados como los gestores. Cuando la nave se va al garete y todos quedamos atragantados con menos de un litro de agua en los pulmones no sobra ni el ronquido de una voz para echar culpa a nadie.

Es increíble que en pleno siglo de las luces la obscuridad todavía ronde los presupuestos municipales, dándoles ese exquisito olor de opacidad que tan poco ayuda al buen tempero de la virtuosa transparencia. En la calada nocturna muchas veces empujamos el tren para ponerlo en situación que parezca posible financiar una obra, que sabemos no podrá andar porque el carril a su frente está retorcido y no se han previsto de que forma saldrán los recursos para arreglarlo, o toda vía peor, cuando se constata que los raíles se cruzan delante y el tren está en movimiento ya no sobran fuerzas para contener su empuje. Tenemos un ejemplo en la desastrosa jornada de la casa de cultura de Cee y un poco más reciente el ancoradouro del puerto de Brens con un sumidero de 14,5 millones de euros, para no hablar en escala ligeramente mayor, del hercúleo taparrabos financiero del Gaias.

Una institución que no es capaz de transmitir todo lo que hace es por que poco hace o es incapaz de saber lo que hace. Luego, de buen arbitre sería vestirlo con el mato del sudario y ofrecer a las diputaciones el RIP de un eterno descanso, sufragado por los nostálgicos del pasado.

Kuznet
Por el esfuerzo de establecer firme relación entre algunos elemento del conocimiento económico, Simon Kuznets fue agraciado con el premio nobel de Ciencias económicas en 1971.
Como todo en la vida, la economía se alimenta de cualquier algo que pueda ayudarla en su desarrollo, que pueda sostener la madurez y, si posible, que permita la reproducción y multiplicación por los siglos de los siglos y por ahí adelante.

Una buena ayuda a este propósito económico es la interacción de lo que se teoriza con lo que se observa, para ver si hay correspondencia entre lo que se predica y lo que se practica.

La contabilidad general es un instrumento precioso para el registro de la actividad humana, consigue con relativa precisión fotograbar los diversos momentos del flujo económico. Esas instantáneas, puestas a rodar en la máquina de Luis Lumier, permiten que el economista haga rescate del pasado, entienda el presente y, si obtiene suceso en aquello que le parece explicable, prediga  el futuro. Algo tan simple y sencillo como la labor de un profeta, siempre que acierta jamás erra.

Bolas
Desde la infancia todo sujeto económico aprende  a hacer cuentas. Bajo la sombra de los árboles plataneros, en el paseo de la única plaza que había en la villa de Cee, yo aprendí a contar las bolas que perdía o ganaba en un  juego  que nos entusiasmaba durante el tiempo que duraba. Y duraba todo el tiempo que fuese necesario para que uno ganase todas las bolas y el otro quedase frustrado, con pelotas pero sin bolas. Como mi madre no era muy afecta al ahorro por la vía del juego, se me ocurrió dar protección a mis ganancias depositándolas en una caja que, a modo de nido de pájaro, yo deposité en la horquilla formada por dos gallos de un árbol bien crecido en el atrio, entre la casa del cura y la iglesia de nuestra señora de la Junquera.

Algunos años, muchos años, después, a título de curiosidad, retorné al banco en que había depositado toda mi riqueza infantil.  Excuso tener que decir que allí no había bolas, ni nido y ni siquiera había árbol. La economía del bienestar la había papado todo y, en su lugar, una losa de piedra escondía los recuerdos de mi vida infantil.

Memoria
Como todo en la vida, también la economía se sostiene en los recuerdos de imágenes pasadas. Es un sostenimiento interdependiente puesto que los recuerdos registrados por la contabilidad perduran todo el tiempo que puedan ser narrados por el economista. La teoría económica desarrolla modelos extraídos de la vida real y los expone en el marco de la economía descriptiva con tintas y matices a la que la realidad busca adaptarse cuando los colores le agradan. Las cuentas nacionales resumen los niveles añadidos del producto, el ingreso, el ahorro, el consumo y la inversión en la economía. La política económica estudia eses movimientos y busca darles explicación dentro de los parámetros de sus propios instrumentos e intereses, lo cual, por su vez, despierta el deseo de nuevas posibilidades descriptivas del empirismo económico.

Crisis
Durante la crisis de los años 30 el mundo no disponía registros contables moderadamente confiables. Simón Kutznes por un ejercicio de adivinación creía que la economía estadounidense se había encogido 40 % entre 1929 y 1932. En 1941 Keynes mostraba a los ingleses un cuadro que exhibía la producción del Reino Unido y los recursos utilizados para conseguirla, algo tosco y burdo que con el tiempo y la labor de mucha gente interesada se iría perfeccionando.

Hoy el sistema europeo de cuentas nacionales y regionales de la comunidad pretende hacer galardón de cuentas normalizadas para exhibir información comparable y fiable sobre la estructura y la evolución de la situación económica de los países que componen la Unión Europea.

Cuentas
Las cuentas nacionales son para el dirigente político lo mismo que la carta náutica lo es para el capitán de un buque. Ambas ofrecen detalles sobre la navegabilidad, del buque o del país, mostrando en escala deseada la profundidad de la deuda, los riesgos de navegar por tan peligrosa cuenta, los posibles puertos de refugio, etc.

Las cuentas nacionales también muestran como la nave  va gestionada económicamente en su conjunto por medio del análisis de su carga (PIB), la fermentación del dinero (inflación), tasa de crecimiento de las ratas (usura), cantidad de marineros (empleo), recogidos de naufragios (desempleados), lista de niños, mujeres y viejos que podrán ser arrojados al mar (viejos, primero, las mujeres después y por último, los niños) en la hipótesis de que el buque corra riesgo de zozobra (seguridad social y un sálvese quien pueda), etc.

Las cuentas nacionales nos permiten medir como se reparten los peces (ingresos) retirados de la mar entre todos que van a bordo de la nave. El índice de Gini es la herramienta que los economistas han inventado para tal menester. En ese requisito  nuestra nave boga por la onda de 0,32 ginis, en una marejada a la que se atribuye el valor máximo de 1 (catástrofe del monopolio)  y la mínima altura de cero (bonanza perfecta). Con la evolución de la crisis y un capitán resuelto a cortar el mal por la raíz, un gurú economicista, en su pesimismo profético viendo como las cosas van, anunciaría la evolución del índice gini a una altura estratosférico con el consuelo de saber que la contabilidad comparativa ya registra tal fenómeno en el cabo de la buena esperanza.

Marejada
Algunos dirán que navegamos bajo los vientos de un ciclón y que todo pasará cuando el viento se canse de soplar. Nos mareamos por el vaivén de ligeras oscilaciones del mar económico. La producción (PIB) continúa creciendo abrazado a una tasa muy elevada de paro. No paga la pena saber que puede crecer mucho más aún con menos trabajo.

De momento avanzamos en movimiento moderado para adaptarnos a la prosperidad económica. Los periodos de prosperidad en un ciclo económico los identificamos por la fuerza expansiva de los negocios. Cuando el crecimiento de esa fuerza descansa, nos apresuramos a decir que nuestro humor camina bajo el influjo de la depresión. Y así acabamos conociendo los flujos y reflujos de la actividad económica, que en otras palabras también conocemos como menopausia o ciclo de negocios.

La idea se aclara un poco para aquellos que hemos conocido la ribera en la Costa da Morte: sobre la onda de una resaca a nuestras playas llegan toda la caca que se deposita por los 310 kilómetros del rio Miño y alcanzan el finisterre después de un bravo vendaval. Pero nuestro corazón no alberga apenas todo lo bueno y malo que se produce a orillas del Sil y del Miño, por aquí también llega mucha cosa que se produce y desprecia en los 97 mil kilómetros cuadrados de la cuenca del Duero.

Oporto nos la remite porque no la quiere en su puerto. La remisión se procesa en ciclos anuales y yo lo sabia con relativa precisión por la voz de una radio que lanzaba sus ondas en dirección a la ventana de mi casa, al pie de la ría de Cee. En la expansión de la resaca no solo aumentaba el detrito como también aumentaba el trabajo de retirarlo de la ribera. No había inflación porque nadie pagaba un patacón por el trabajo. Se trabajaba por un mero ejercicio de la ocupación en algo que distrajese el estómago en sus habituales ronroneos a cuenta del hambre.

Castigo
No luchamos en la segunda guerra mundial pero fue como si la perdiéramos pues los problemas crecieron después que se firmó la paz. A partir de ahí fuimos castigados con el látigo de la inflación a la que se le añadía el ojo del gobierno que no permitía dar valor al sueldo y compensar la distancia que separaba el cuerpo hambriento de su ansia de trabajar.

Noté que algo se hacia estable en el ciclo de la miseria. El credo se rezaba todos los días, una vez por la mañana y otra vez por la tarde. No había falsedad en las oraciones, se oraba con mucha fe y esperanza en la caridad de un ciclo diferente, rezábamos para que Dios cambiase el estado de nuestra pobreza y llegasen tiempos nuevos vestidos de azul. Era todo que se podía pedir después de un tormentoso cielo gris y la correspondiente depresión que causara aquel fresco vendaval procedente del noroeste. Infelizmente los ciclos económicos son más engañosos que los ciclos del tiempo. En economía no se puede predecir cuando va ser invierno o si habrá verano en el próximo año. Recesión y crecimiento ocurren en intervalos irregulares y pueden extenderse por muchos periodos del tiempo. La recesión de 82 duró pocos meses y fue seguida por un periodo de crecimiento que duró muchos años.

Los ciclos
Los ciclos económicos muestran la fuerza de su ocurrencia pero los economistas no consiguen ver razones que alimenten la violencia de los ciclos endemoniados. Lo tienen todo bien marcadito en las cuentas nacionales y hay suficientes instrumentos para observar el menor desvío de la normalidad y tajar el mal por la raíz sin tener que destruir los lazos que nos unen a la tierra. La normalidad puede ser perturbada por muchas razones que también son normales en la historia del pensamiento humano Una intención de guerra surgida al capricho puede indicar un desvío normal de la normalidad. Las guerras dan mucho trabajo y retienen el crecimiento demográfico. Las guerras bien contabilizadas acaban mostrando un PIB en elevación,  lo que irá estimular la demanda por activos bélicos, medallas al mérito  y un ejército de curas para cuidar de las almas y rezar por los muertos. El optimismo de la victoria acabará estimulado el placer de poder disfrutarla y esto aumentara la demanda por bienes y servicios antes represados. El optimismo desmedido fuerza la producción a un nivel poco confortable y peligroso. Adviene el cansancio y, con él, una caída de la motivación para marcar el punto de inflexión y seguir creciendo a ritmo decreciente hasta el topo de la curva, de la cual y a seguir caemos en velocidad alucinada.

Producción
Para producir, las empresas utilizan la tierra, el capital, el trabajo y su capacidad de gestión, que so denominados factores de producción de la economía. La tierra se remunera con renta, el capital con interés, el trabajo con salario, la capacidad empresarial con beneficios y la mala leche de algunos políticos, con impuestos y restricciones al derecho al trabajo y morada.

La contabilidad nacional objetiva dar respuesta a algunas preguntas, como por ejemplo las siguientes:
¿Cual es la finalidad de la producción, para quien se produce y a cambio de que?
¿Como se produce la riqueza y quien la produce?

Sabemos que la riqueza se mide por las unidades adecuadas a cada producto que componen la producción, en cantidades de peso y volumen valorizados de acuerdo con los precios practicados en el mercado. La suma total de esos precios determinan el valor total de la producción (PIB)

El cambio
Sabemos que en los momentos de crisis proliferan las ideas que producen los cambios. Y los cambios no sabemos si serán buenos o fatalmente malos. Adherimos al cambio simplemente por la voluntad que nos presiona a salir de una situación muy incomoda y con perspectiva nula de solución.  
                                                  
Vivimos momentos de continuidad muy graves. Los instrumentos económicos son muchos y variados pero no consiguen dar respuesta a las sutilezas del mercado que superan con creces la capacidad técnica de cualquier equipo económico.

¿Y, entonces? – me preguntaba una noche el águila amiga, en un día que volábamos lado a lado tergiversando sobre asuntos de política y economía.

Cuando la ballena, mamífero marino, después de un tiempo sumergido, se queda sin aire vuelve a la superficie, vacía los pulmones cargados de aire venenoso, respira profundamente, intenta volar como un pájaro y, no consiguiendo atornillarse al espacio, cae pesadamente sobre la levedad y flexibilidad del líquido que le da alberge. A seguir, vuelve a sumergir para alternar necesidades del pulmón con las necesidades del estómago.

Herramientas
Las necesidades del hombre son mucho más complejas. Ya fueron condensadas en cinco niveles: fisiológicas, de seguridad, necesidades sociales, auto-estima y de realización. Cada nivel alberga infinitos matices y cuando una necesidad especifica queda satisfecha siempre aparece otra más intensa y con solución más difícil.

Las herramientas que la contabilidad ofrece a la política están bien definidas en la normativa a la que la UE llegó siguiendo la trilla de muchos estudiosos en el asunto,  como  Adam Smith, David Ricardo, Keynes, Ragnar Anton, Samuelson, Kuznets y, presentemente, Soraya. El problema ahora no está en como la contabilidad es capaz de prevenir los desvíos de la normalidad. El problema está en saber cuales son las necesidades intrínsecas del equipo económico y ver si ellas modulan con los intereses varios y variables de la magnífica oda de la nona sinfonía.

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