Las palabras de Touriño son proféticas, a pesar de su voluntad manifiesta de que así no ocurra. Dice que “el gallego no es ni debe ser, y tenemos que evitarlo entre todos, un factor de exclusión, de enfrentamiento o de deslegitimación de la convivencia colectiva”. En el mundo en que vivimos, siendo el trabajo que hacemos nuestro orgullo y nuestro instrumento de vida, que alguien venga y solicite mi demisión será interpretado como su deseo de que me suba a un árbol y me deje soltar con una cuerda amarrada en el pescuezo.
Los hechos corridos en la tela de mi experiencia avivan los sentidos para darles proyección cuando estos mismos hechos reaparecen con distintos actores, muy dispuestos a mostrarnos, dadas ciertas condiciones convergentes de palco y auditorio, los disonantes sabores de la humana tragedia.
El tema de la lengua partida fue hábilmente capitaneada, por la fragua de don Manuel, como instrumento para mantener la España unida en un momento en el que las fuerzas de Madrid se declaraban temporalmente átonas. Fue importante para que el caudillismo retirante no se agrupara y volviese a la carga, con su caballería sarracena, contra el democrático pensador. Fue una virulenta fiebre que corrió toda España y se instaló subrepticiamente en la Constitución como foco transmisor de futuras y legítimas discordias.
La lengua, además de un magnifico instrumento de comunicación y unión, es un arma que se arrebola con poco esfuerzo del viento, aparezca éste por doquier. Retóricamente puede enrojecer el cielo cuando lo ilumina el sol. Provoca colorete en la dama lisonjeada por un piropo del caballero adulador. El condenado la usa para promover su defensa. El juez de ella se vale para justificar su sentencia. El escritor, para narrar sus cuentos. El político, ya sabemos, de mala o buena gana no se acuesta en cama sin pensar en las vueltas que habrá de dar a la lengua para convencer a los demás, sin que él salga persuadido de su locuaz verdad.
Con tantos problemas de orden universal, crisis en toda la esfera, desempleo en todos los cantos, espera hasta la muerte en fila hospitalar, vienen ahora nuestros preclaros tribunos a ensalzarse por cuenta de su lengua particular.
-Tú te equivocaste, señor. Exijo el honor de tu autocondena ante la cadena crítica con que amarrasteis el cuello del bueno Lupo, por hijo, Lopez, valiente villano, como sabéis, en sus recursos de amparo.
-Non che entendo, Mariñeiro Mixote, os teus modos de falar. Dimo o que queiras en bó breogán. Auditorium sumos per privilegium nostra, valerius pobus de lopus conflitus, intolerabilus actitudo of gaia imponente grazoso. In resumere e inacavávile comunicato: ARMAMOS A HOSTIA!
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