viernes, 28 de noviembre de 2008

QUERUBÍN SARRACENO

Tal vez me equivoque, pero no creo que ese sea el nombre de bautismo dado por sus padres al señor querubín sarraceno. El psicoanálisis sería capaz de explicar, con técnicas de su amplio repertorio, el espíritu que ha motivado tal señor a no seguir el nombre tan cariñosamente escogido por sus padres, adoptado por sus padrinos, registrado en el registro civil y documentado en los libros de la santa iglesia católica, apostólica romana. 

Rematar es una palabra que en el diccionario de la lengua española significa dar fin o remate a algo, poner fin a la vida de la persona o del animal que está en trance de muerte. Agotar lo que queda de algo. Vender lo último que queda de una mercancía a precio más bajo.

Rematar es el objetivo primero declarado del señor Quintana (ese si, apellido autentico que significa casa de recreo en el campo; también, una de las puertas de los campamentos romanos donde vendían víveres)

Rematar, rematar, rematar. No parece lógico, bajo ningún género de duda, que ese señor quiera ser presidente de nuestra comunidad, la Xunta de Galicia. El primer “rematar” fue dicho inicialmente con suavidad, con cierto relevo de piedad. El segundo “rematarrr” aparece roído de rabia, con boca retorcida para definir que el Gobierno del Estado arremate una vez por todas todos los emigrantes. Fue una declaración inaceptable, que no se concibe en ninguna parte del mundo civilizado. A seguir, con sobresaltos de canguro, afirmaba, por deducción lógica, que si en Australia no pudiesen votar todos los descendientes de irlandeses e ingleses, que en buena parte viven en aquella grandiosa isla, pues, finalmente, quien mandaría en Australia serían los aborígenes del continente. Por semejante pensamiento, el señor Barak Obama nunca tendría oportunidad de gobernar el país republicano más democrático del mundo. ¿Y que decir del petulante alaricano, pedichón de esmolas en el parlamento español? Le gustaría que un leonés le interrumpiera el paso en su viaje a Madrid?

Definitivamente debemos reformar el sistema de voto. Es un escándalo democrático, imposible de justificar, que en Galicia uno no pueda votar por su presidente, por su alcalde, por el diputado o senador de su preferencia. Como mercancías de oferta monopolizada, debemos engullir sapos para comprar ranas. Debemos, con un único voto, escoger hipócritas, insensibles, insensatos candidatos, todos envueltos en listones sin el mínimo derecho de la previa degustación democrática.

Uno puede votar por otro y otro puede votar por tres. Esa fue la magistral conclusión de la  inteligencia del querubín sarraceno, para concluir que todos gallegos registrados en el Centro Español de Residentes Ausentes estamos muertos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario