Vivimos tiempos que requieren serenidad de ánimos, reflexión del juicio, cooperación, entendimiento, amistad y paz.
Son malos indicios lo que ocurre en el Parlamento autonómico de Galicia. Por reyerta entre dos vocablos avivan los celos, endurecen los nervios, se entupen las arterias y llegamos al borde del derrame cerebral. ¿Y todo por qué?
Galicia es la denominación tradicional oída de la boca de todo buen aldeano gallego y de cualquier otro ciudadano deambulando por tierras gallegas. También he escuchado a más de un buen hablante gallego referirse a su patria como Jalisia. En ninguna circunstancia se enervaban los humos al punto de impedir progreso a nuestra intercomunicabilidad cultural. Creía creer que en el Parlamento, donde la palabra fluye suelta y libre de preconceptos, el topónimo Galicia, Jalisia o el moderno Galiza (viejo vocablo portugués para referirse a una región denominada Galicia) no sería motivo para llevar al paredón ideológico preclaros hombres de la cultura gallega, seres interpoladores de la conciencia cultural gallega, pendones de la patria que desean administrar. Nos referimos al presidente y el secretario de Cultura gallega - perdón, cultura galega, expresión compuesta por la palabra española y portuguesa cultura y la palabra de amplio dominio fonético popular galega.
Mejor sería estudiar y discutir las razones de la utilidad o desutilidad de escribir Galicia, Jalisia o Galiza. La historia poco o nada contribuye al esfuerzo de definir lo que es mejor o peor para los mortales comunes de cualquier comunidad. Pero es frecuente el recurso a la supuesta sabiduría de lo que está escrito, pese a que todos sabemos leer y entendemos, a nuestra manera, lo que está escrito. Es del interés de la hermenéutica vocacional de la ciencia que a toda palabra singular corresponda una idea también singular, propia e incuestionable de su condición esencial.
La artificiosa real academia galega, muy a lo suyo “por riba do muro’, argumentaba que aunque Galicia y Galiza son formas históricas legítimas gallegas, a Galicia corresponde la denominación oficial del país denominado Galicia. Realmente, aunque una palabra posea una infinidad de significados, el oyente, al oírla o leerla, se inclina por darle el particular significado de su repertorio, pues será en función de su repertorio que hará justicia de lo que lee y escucha. Así Castelao al leer en algún papiro la palabra Hispania, entendió que debería traducirla al gallego como Hespaña. Del mismo modo, considerando que una gran parte del globo se refiere a España como Spain, poderíamos argumentar que filoloxicamente Spain es una forma legítima de referirse a España, y así armamos trifulca parlamentar que no se soluciona ni con el abandono ni con la expulsión del hemiciclo de sus eminencias señorías.
A seguir, un histórico documento que refleja eficiencia y eficacia comunicativa en pro de la solución de un supuesto problema de comunicación:
Dna Angela Bugallo
Conselleria de Cultura e deportes
Xunta de Galicia
Conselleria de Cultura e deportes
Xunta de Galicia
Em resposta ao seu escrito de data 19 de setembro de 2007, recibido na RAG o 11 de xaneiro de 2008, no que solicita unha aclaración sobre a pertinência ortográfica do topônimo “Galiza” para denominar o nosso Pais á luz da modificación das normas ortográficas e morfolóxicas de 2003, a Real Academia Galega, no seu Plenario do dia 29 de marzo de 2008 acordou o seguinte ditame:
a) Galicia e Galiza son formas históricas lexítimas galegas no sentido filolóxico. As duas circularon na época medieval, pero so Galicia tivo un uso ininterrumpido o longo da historia na língua oral
b) A denominación oficial do País normativa e xuridicamente lexítima é Galícia.
A Coruña, 29 de marzo de 2008
Asdo: Xosé Ramón Barreiro
Presidente da Real Academia Galega
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