jueves, 27 de noviembre de 2014

ESPAÑA CAÑI

En plena crisis de austeridad cultural y sin que esta haya contaminado el valor de la potencia económica y financiera de los astutos adinerados, tengo el placer de conocer, por recomendación de Alfredo, un joven de pequeña estatura, fuerte, hábil en el discurso y arrebatador por su capacidad  de arrancar miel del fuciño del loro.

 - Mucho ghusto, Mein Name ist Musil, Robert Musil-   

Complaciente con la generosidad del ilustre austriaco e intencionando ponerme a su altura, correspondo a su bondad.

- Ich freue mich, Sie kennen zu lernen. Me llamo… 

- Ya, mi lo saber. Vostede es Der mann ohne Eigeschaften.

Confieso que quedé impresionado y lisonjeado por tan dulces y exprresivas palabras “man sin eigeschefen”. Man, en céltico gallego es el extremo de cada brazo, mano le dicen los fieros y obscuros que no nos entienden. Atribuía “ohhe” a un equivoco del austriaco por no saber escribir unha (aquí y talvez por influencia de Magalofes)

Volviendo al dedo que el ilustre conde pretende deslizarlo por el rego, decía uno por boca del otro que es más importante escribir un libro que gobernar imperio. No me lo creo! Más difícil, quizás!, más importante, jamás!

Sospecho que nuestra historia va contaminada con los hechizos de la Beltraneja, la arrogancia e intriga del hermoso archiduque y el deseo feroz del marido de Catarina por proclamar el divorcio sin necesidad de bula papal. La cosa es mucho más complicada de lo que nuestra vana razón la previene. Un facho de claridad me advierte que no es oro todo que brilla en la boca del austriaco Musil.

Por el lazo británico que nos une a los ingleses, debo entender que The man Withou Qualities es un hombre sin cualidades. Es una historia de ideas ocurrida en los últimos años de la unión habida entre el Imperio austriaco y el apostólico reino de Hungria, colapsados ambos por el resultado de la primera guerra mundial y cuyos frutos fueron consecuencia, en mi modesto entender, de la heroica guerra en que los hispanos encogimos nuestras fronteras universales y, por su vez, fue causa para poder mostrar el rabo a los (g)ermanos en clara manifestación de orgullo nacional.


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