sábado, 22 de noviembre de 2014

MÁS QUE PALABRAS

SILOGISMOS Y FALACIAS
Perdón, Conde, no parce de buen agüero (a lo menos no parece a este guerrero de pena retorcida, musculo caído y débil el ademán) ignorar lo malo conocido y pensar que lo bueno por conocer pueda ser mejor. Ojo al santo, que él sabe donde tiene el suyo. Cambiar a ciegas lo supuestamente bueno, por algo que sabemos no lo es, puede ser tan grávido como grave fue traer los cien mil hijos de San Luis y, a seguir, en otra trueca alegre de gestación oculta, trajimos de vuelta a un hijo de la patria, quien, sabemos, anuló lo malo que a él parecía el protocolo de comportamiento social elaborado en Cádiz. Desde entonces fuimos cayendo en la obscuridad de un fangoso pozo. Solo paramos cuando los pies tocaron la solidez del hueso arqueológico.

El pacto de la Moncloa fue un pato que comimos a la moda de lo que era posible comer sin la ocurrencia de graves efectos colaterales. Con el vientre satisfecho después de más de un siglo y medio de abstinencia y viviendo a base de ostias, el cuerpo gobernó con facilidad. Y así seguimos la vida entre sobresaltos y cambios tranquilos. Pero la vida es breve, y todo que en su momento era joven y por autonomía vello se hace viejo, y por antonomasia se considera feo.

Son articulaciones de la lengua para modificar el flujo del aire, que sale del cuerpo después de haber sido contaminado con todo que por la boca, nariz y, por supuesto, ojos y orejas puede entrar. Salen del obradoiro intestinal palabras nuevas que, por comparación con las viejas, “suenan a sucio y caduco, a trampa y desesperanza”.

Recordemos la recoleta aristotélica que hacia transparente el argumento por intermedio de la conexión entre la premisa mayor, la menor y su natural conclusión, a quien llamó Silogismo.  No olvidemos Newton en su magistral principio de que a toda acción corresponde reacción de igual intensidad… El viejo Aristóteles lo sabía y no se descuidó en dejar como legado suyo los principios que rigen la falacia. 


 Luchamos y sufrimos, uno al otro ofende, pero son cosas que hacemos unidos al tiempo, con lluvia sol o tormenta, eso es lo que hacemos. Agraciados en el mundo, plácidamente sentados, podemos renegarlo o salvarlo con un nombre. Son más que palabras esas cosas que hacemos, más que palabras son formas que deslizan. Son más que palabras. La suma de nuestras partes y el latido del corazón son más que palabras, más que palabras son. Siguiendo el rumbo, doquiera nos lleve, estaremos siempre vivos. Mirando las agujas de un viejo reloj, calzados con zapatos de preferido color, seguimos marcando el paso. Son más que palabras esas cosas que hacemos, más que palabras son vidas que deslizan.

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