domingo, 1 de marzo de 2015

LO SIENTO

DERECHOS
A partir del característico grito de libertad, momento en que el pecho inhala por cuenta, riesgo y particular cuita su cuota de aire, todos pasamos a formar la unidad social llamada familia. A partir de ese momento, derechos y deberes caminan juntos en mutua dependencia. Nadie es independiente de nada. Toda  dependencia tiene sus propias reglas de convivencia, que pueden ser pacíficas o torrenciales.  Hogar, lar o fogar es la primera unidad del espacio geográfico que nos pertenece después de que nuestros padres hubieran sido unidos por el condón matrimonial. En ella se hace presente el aire, el agua y el alimento  como requisitos metabólicos indispensables a la supervivencia humana. El siguiente paso en nuestra caminada hacia un absurdo fin viene regido por actitudes de seguridad. En ausencia de seguridad física (guerra, violencia de género, injusticias etc.)  nos vemos envuelto en una serie de tensiones, que la ansiedad provoca y reacciones emergenciales  no consiguen resolver.

Y OBLIGACIONES
Caminando hacia la cumbre y estacionados en este plano como si fuera el purgatorio de Dante, sentimos cuan poderosa puede ser la seguridad personal, la seguridad financiera, la salud, el bienestar social, los institutos de seguridad social y el abracada etc. que todo lo abarca. Esta seguridad en el mundo civilizado nos lo ofrece la Patria, que las buenas lenguas definen como “tierra natal o adoptiva ordenada como nación a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos”.

Salimos de casa para invocar protección de la aldea, después de la parroquia, de la villa poblada, de la diputación, de la comunidad, dicha autónoma o patria de segunda clase; del reino de España, de la Europa de nadie; de las asociaciones comerciales, de los sindicatos laborales, de las mafias criminales. Si ninguna resuelve las necesidades personales del primer plano ni los sociales del segundo piso, como podemos creer en los sentimientos de los ciudadanos? Como paisano, lo siento.

A MI AMIGO LEIRA
Yo he conocido un Leira con las principales características humanas que usted describe en este espacio dominical. No era doctor en el sentido de haber hecho estudios formales, pero fue el compañero a quien yo debo mi supervivencia en un lejano mundo tropical. No hesitó en compartir conmigo la única reserva de bananas cuando ya no había más reserva de dinero. Fue leal hasta que regreso del destierro. Yo continuo fiel a la memoria de aquel buen compañero..


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