jueves, 8 de abril de 2010

JUSTICIA A DEDO

No quito ni pongo sal pero distingo con mi lengua el sabor de una ensalada. 
Me parece impropio del saber gallego atribuir a un músico exilado, por honrado que sea en un régimen popular, condón del mejor analista de la situación cubana. No sale de mi alma su voz, clorada con agua cándida, cuando le oí piratear respecto a los viejos gallegos exilados en los pueblos de América. Repetía usted un mal pensamiento que quería generalizar entre todos asentados en Galicia: los gallegos del exterior no podían saber  amar la familia y el pueblo que dejaron atrás cuando fueron obligados a emigrar.
Y ahora viene con esa del médico Hipócrates y jura burlón que don Javier Fernández del Castillo, que así se llama, es el verdadero apóstol de la ciudad de Santiago e incita a los que cree curros de la fe cristiana a revelarse contra Antonio y mejorar la calidad de los productos ofrecidos por doña Carmen. Urde usted la resurrección de secuaces históricos para, en buena cuba, conducirlos al saqueo de los beneficios tan duramente conservados en la isla del  fidel gallego, tan malo y tan bueno como el santo Fernando de Aragón.
Es curioso pensar como usted entiende de romerías paganas y desea fomentar el turismo construyendo coliseos en Habana e enviarles nuestro Espartaco gladiador y así reproducir supuesta rebelión de esclavos.
Su sagaz visión, disidente de la conducta social cubana, le hace pensar que, dentro del mismo saco, habiendo una pataca podre todas estarán contaminadas y, por el principio de la generalidad, nos pone a todos en el banquillo de la in-sanidad parar ser juzgados por el inquisidor de la santa hermandad, todo al gusto de un espíritu farsante y socarrón, ora paloma azul, ora rosa, ora estrella roja. Son  tres personas distintas y muy unidas, a su vez,  por el estilo corporativo de nuestro singular régimen democrático, nacido por la gracia de Dios, en seguidilla de una revolución nacional sindicalista que se opuso con hierro y fuego a la democracia republicana.
Fe es fe, ocurra en la Santiago guantanamera o en el Santiago jacobino. La fe remueve montañas y sostiene al fiel por más de un mes. Pero atrás de la fe siempre viene un deseo cultivado por caudillos locales, autonómicos y nacionales. Y como en la mentalidad artesanal de los siglos oscuros, la fe se sostiene en artículos de ley fundamentados al capricho racional de una pasión particular. Por expresión de la ley se ha ordenado prisión a Pinochet; por rasgos derechistas del juez Varela pretenden amputar la voz izquierda del juez Garzón. A los observadores del coliseo no resta duda: todos son culpados e inocentes y la sentencia será dada por voluntad del dedo gordo, orientado por gota de saliva y humedad del tiempo.

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