lunes, 5 de abril de 2010

PROXENETA

No debería extrañarme la inclinación del gallego hacia la generalidad. Más que generales, ya fuimos generalísimos en el grado más supremo de universalizar lo que, a rigor, no pasaría de un acto particular, minúsculo y local.
A veces, con dedo en ristre, sentimos los efectos de una ligera brisa y declaramos a los cuatro vientos que el soplo viene de  allá; otras veces, solemos ser más precisos y afirmamos tener el viento su origen aquí. De aquí y de allá, atravesando las tinieblas en su más absurdo trasfondo y para defensa del sentido incomún de la pera de un senador de la península romana, vemos erigirse sobre el arenal un defensor de pura estirpe gallega y hace sonar las alarmas sobre el peligro que significa tener conciencia de la capacidad del dominio psicológico que un cura puede ejercer sobre la mente en desarrollo e  indefensa de un niño.
Podíamos generalizar como exageración maníaca el intento de asociar conceptos estigmatizados por la opinión política y así defender lo de aquí por semejanza con el estupro ocurrido allá. Fue por esa trilla que quiso seguir el pensamiento de Cantalamessa al intentar asociar la resistencia contra el dogma pederasta con el antisemitismo germano-nazista. El tiro salió por el culo de la escopeta y el predicador de la casa pontificia fue amonestado para no repetir tal intento.
Si de allá, desde pueblos tan lejanos, vienen noticias tan profanas envolviendo padres de la archidiócesis de Boston (EU of América), no sería difícil generalizar lo que ocurre por aquí, por las parroquias aldeanas y villanas en que los padres reales se asocian a los padres virtuales para confiar en ellos las virtudes de la dependencia de conveniente confesión, por lo menos una vez al año, bajo condena y pena de vivir en pecado mortal. Pecado revocado por la gula de un pedófilo contumaz.
No generalicemos, mismo creyendo que escapa del dominio eclesial el sentimiento religioso. No desviemos el enfoque que se abate sobre tan terrible denuncia, que va dejando de ser denuncia vana para transformarse en acusación cabal por todos los foros del mundo. No confundamos, desde los arenales de Percebes, comunismo con nazismo ni pedofilia con capitalismo, que algún medio común tienen – destrucción de la moral humana- aunque con fines distintos.

“Señor, con frecuencia tu iglesia parece una barca que está por hundirse” (Ratzinguer, 2005). Sin generalizar ocurrencias tan generalizadas, bueno sería si desde los arenales no soplasen vientos cargados con arenas destinadas a cegar la visión de nuestros paisanos, contemporizando con falaces y crueles libertinos la libertad y destino del proxeneta religioso.

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