miércoles, 7 de abril de 2010

MISTERIOSO SUMARIO

No, hombre, no. A usted no hay gallego que quiera registrarlo. Usted ha superado el mito hebreo con sus más de cuarenta años cabalgando por el oasis cultural del desierto gallego. No merecía quedarse parado en el Jebel Musa bebiendo agua arrancada a porrazos en roca seca, cuando al otro lado del monte estaba la tan prometida tierra de Javé.

Faltó pulso y comprensión para administrar la capacidad y dedicación de un Arón, secretario de partido, al becerro de oro. No era prudente echar a patadas a quien, por imprudencia, se le otorgó la regia misión de lavar las partes sucias albergadas en las dos fases del dinero. No era su deber. La obligación del señor consiste en apacentar un rico rebaño de ovejas. Tirarles la leche, segar la lana y arrancar la piel es trabajo de artesanos incultos. Si lo hace bien, tendrán lo suyo; si lo hace mal por cualquier anormalidad sospechosa de la naturaleza, tal insuficiencia habrá de purgarse con registro de equívoco, o fracaso por poco peso y mala fragua del  cincel y punteros de  gradina aguda.

Toda roca es intachable en su moralidad externa. Ya lo sabían griegos y persas antes de  la batalla de Salamina. ¿De que se quejan los que se oponen al silencio que raja hoy por recuerdo del xerxes persa? ¿No merecen, los dos, sendas coronas de olivo?
Es deber de un tesorero tener y guardar el oro con mucho tesón. Nada más natural pues que Luis Bárcenas haya recibido un millón y trescientos mil euros por una comisión regular, aunque irregular fuera el dinero por un banal caso güirtel. Pues si el dinero que el pobre gana tiene destino incierto por tan regulado desde el cielo ¿por que debemos considerar negativamente regular el escaño de un senador popular en las cortes de España?

En Madrid suenan flautas de bajo sonido para la aguerrida esperanza. En Santiago ruge la retranca contra el ardid del brillante crespo, popular urbanista de cinco provincias españolas y eximio director de públicos eventos de un millón y medio, arrancados a las vacas locas en inteligente estratégica por fácil concepto de una cándida bobadilla.

Complot contra el equívoco hay que denunciarlo, pues no es ladrón quien roba un millón ni proxeneta quien tiene hábitos de santo. El castigo por pena de ser robado o prostituido es la cárcel para quien tenga la osadía de revelar tan impugne y misterioso sumario.

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