domingo, 9 de octubre de 2011

EX AMOR



¡Vale!: la unión es necesaria para reconstruir la ética y moral en el seno de una democracia sin cualquier vástago de participación ciudadana que no sea un sí o un no, como alguien nos mande.

¡Vale!: un país es como una gran empresa en que los dirigentes todos los días deberán cuidar, a la vista de sus ojos, el crecimiento de los lucros y reinvertirlos en placeres que todos entendemos ser buenos, aunque malos resulten al cabo de muchos años. Y por aquí va la llave de un enorme compendio que pueda explicar el no-trabajo y el sí-corrupción: un político cansado de otros políticos y que sabe que no se puede tener en la política gestos horrados al servicio de la propia familia que, en su contenido más amplio, es la nación en que uno se insiere.

No se puede negar al señor Rodríguez la buena intención de ayudar a los españoles de toda España. Todas sus medidas de protección fueron condenadas desde la oposición con argumentos necios o falsamente técnicos. La oposición raxoniana y la del poco autónomo feixonista fue centrada en técnicas de pura discordia, asentada en una marabunta de gestos poco civiles para inducción de actitudes semejantes en la horda partidaria. Y así no se va a parte alguna. Desde un puesto de comando en que el cesar deberá temer los brutos que le rodean, poca energía le sobra para cuidar de la tripulación y llevar los pasajeros a un puerto seguro.

Honestamente, por el verdadero sentido de la expresión adverbial, creo que existen personas inteligentes y democráticas en mi país y que desean en toda su sabia humildad tener alguna representación en la tomada de decisión que irá regir sus vidas. Pero estas personas tendrán que montar a caballo de un potro chucho y dejarse llevar con rienda suelta por alguna trilla previamente determinada por el domador. Si conocemos el domador y sabemos como él enseña a sus caballos, sabríamos las medidas de su padrón, que serán aplicadas indistintamente a un caballo inteligente, a una terca mula o a un burro trabajador.

En cualquier país del mundo, las personas de simpleza normal o simpleza doctorada adoptan instintivamente el principio del mal menor. El gran problema de muchos es que  a toda la gran mayoría que compone la decisión democrática no le es permitido otra alternativa que no sea, en el presente caso de consulta nacional, la escoja de un mal infinitamente mayor que el mal que ahora se pretende eliminar.

Muy curioso este mi ex amor.

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