domingo, 30 de octubre de 2011

REGODEARSE


Regodearse es un verbo reflexivo. Toda acción recae en el sujeto de la reflexión, que otro objeto no tiene sino poder contemplar su propia naturaleza ligándola al medio que le rodea. 

Sabemos, queridos amigos, que en la vida mental no existe discontinuidad y que nada ocurre al ocaso. Para cada pensamiento, para cada memoria revivida, para cada sentimiento o acción hay siempre una causa generadora de un evento consciente. Necesario será investigar los helos ocultos que unen los sucesos eminentes de eventos repitentes.
Un gallego de Polonia  se refería a la conciencia como propietaria de una pequeña parte de la mente, ocupada preponderantemente por el Pré-Consciente e Inconsciente.
La premisa inicial de aquel psico-tolo era formulada por la existencia de eventos mentales interconectados mismo en situaciones en que no parece haber relación entre el pensamiento ondulante y el sentimiento que lo precede. Las verdaderas conexiones debemos buscarlas en un proceso químico que lleva su labor en las camadas subterráneas de la púdica conciencia.

En el inconsciente obran los elementos instintivos ignorados por la propia conciencia, es el estamento en el que se deposita todo material censurado, reprimido y excluido, pero nunca olvidado ni mucho menos perdido. No es apático, tampoco es inerte. Sus acciones no obedecen a un ordenamiento temporal ni se subordina a criterios de moralidad y ética socialmente definida y, por consecuencia, nunca se doblegan ante la potencialidad de castigos o amenazas captadas por el consciente minoritario.

Volviendo a la teoría de mi amigo gallego polonés, todo instinto tiene cuatro componentes, a saber: fuente, finalidad, presión y un objeto. La fuente emerge con una necesidad (sed, hambre, sexo, honestidad, transparencia). La finalidad busca reducir la ansiedad provocada por la necesidad. La presión es la cantidad de energía que empeñamos en el esfuerzo de dar satisfacción al instinto que puede ser determinado por la urgencia de la necesidad. El objeto del instinto puede ser cualquier cosa, acción o expresión capaz dar satisfacción a la finalidad original.

Tenemos pues una dirección capaz de llevarnos a las fuentes de energía psíquica, a las pulsaciones y a los instintos.

En la red hay también un inconsciente virtual, espejo fiel de su homónimo real. De repente, hacen florar los recuerdos del ayer, despiertan memorias, mezclan sentimientos, confunden personajes, alteran escenarios y reproducen la historia.

La red desarrolla su propio instinto que la hace capaz de desenvolver una intensa actividad, orientada para la satisfacción de inconscientes necesidades, arropada con el disfraz del anonimato inconsecuente.


Dice mi amigo galo-polaco que este instrumento de comunicación social nació de la oportunidad ofrecida por tecnologías avanzadas capaces de despertar la libido adormecido y transformarse en la voz cultural del pueblo. Fue utilizado, desde la oscuridad, como instrumento de apoyo  a un proyecto políticamente bien sucedido. Le crecieron las piernas y aprendió a andar por si mismo. Alcanza la pubertad con dificultades naturales en su capacidad de expresión y hoy navega en rio revuelto a camino de la madurez.

El viento sopla, el frío tiembla, el mar se agita, la chalana pide socorro y los marineros nos cubrimos con antifaz y, con toda infantilidad, queremos ser ignorados por la furia de los elementos que baten tambor para aumentar la frecuencia del aullido.

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