sábado, 15 de octubre de 2011

TERQUEDAD

La politiquidad de don Pancho viene hoy revestida de hispanidad populachera, reargumentada en otra sección por la bien celebrada caciquería de dos de sus viejos amigos, larpeiros de la s ayudas a los desempleados por efecto del Prestige. ¿Os acordais? Aunque de aquella yo era un neno retornado, mi memoria se mantiene firme por la solidez de las tramas embusteras que mis ojos vieron y mis oídos escucharon. El voto de los emigrantes non era ético baixo ningún conceito. Y el finiquito de aquellos chavales contratados por un año para restar chapapote a las playas parece que también no era ético - entiendase fuera del bolsillo de Colomer o el de Domínguez, alcalde de Cee, ahora colosos embajadores de frey Jo en el exterior de Iberia.

Si bien es cierto que a ninguno de los cuatro caminos políticos que vociferaban en la bisbarra  fisterrana yo deba agradecer por hacer cualquier cosa, la mínima que fuera a favor de un fragilizado retornado, la gran mágua que llevo muy dentro del alma ha sido clavada por una enorme estaca en el monte del Gozo y me impide de caminar libre por mi plaza del olvido. Me han burlado, se burlan y burlarán de mi cándida promesa de regresar al pueblo, cuando volver yo creía posible. Tal posibilidad fue birlada por esa gente que se auto nomina gente que tartamudea por la boca y lleva la palabra en la punta del pie.

Sumar y restar pueden significar la misma cosa dependiendo del equipo que entra en juego. En la punta del pie, sumar es embolsar goles tirándolos (restándolos) del otro partido a base de zancadillas o cualquier otra armadilla sin fondo ético ni libada moral. Restar a restora de la malsana evolución política en España, es poner piedras en el caldero y ofrecerlas a la hispanidad como si fuera un jugoso caldo de cachelos para que se atragante en la guela de los hispanos por ocasión de la gran cruzada del voto consular.

En confianza, no es momento para confiar en el ratón que ha robado queso, en el lobo que ataca cabras ni en el zorro que despluma gallinas. En confianza, no es tiempo para confiar cuando dignísimas personas se siente indignados y salen pintados a las plazas de España. Confianza el cesar tenia en el brutos amigo y Cristo en el judas traidor. Confianza es virtud  amorosa que se despliega de un sentimiento por las raíces de la emigración. Confianza siempre sentiremos por aquella España querida, por aquella ilusión perdida que queremos reencontrar. El centro de la confianza reposa en el alma, en la amistad en la solidaridad recíproca de las almas que se quieren de verdad.

Claro que para tener confianza necesario será tener fe en lo que fue, es o vendrá a ser. Y si es quien a toda leche quiere ser, extremo de una lista que nadie conoce, mala chispa habrá de rajar a quien por un capricho de la confianza vote en esa invisible terquedad de la hispania universal.

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