martes, 18 de octubre de 2011

QUEJÍO


El domingo próximo pasado se realizaba aquí, en Goya, la Maratón “Dia de la lealtad”. Participaron en esta corrida niños mayores en las categorías veteranos, señores y damas. El premio consistió en la distribución de 8.700 pesos en efectivo no acumulables, algo compatible con la dificultad de la corrida en la pantanera provincia de Corrientes. En fin, que la semana enterrada fue una semana de intensos eventos sociales en la que nuestro héroe Alfredo ha tenido oportunidad de deleitarse a contento, aún bajo un vendaval de viento y agua con derribo de tendido eléctrico, ramas y arboles.

Aquí, en una de las cabeceras del Paraná, su afluente el  Tamanduatei que desagua en el Tieté, también llovía a estajo y muy sonante en los cántaros, lo que me hace sospechar que muchas botijas fueron despejadas en la corriente que circula por las tintas de Goya. Pero no es para preocuparse porque el Prodego consiguió realizar un intenso operativo de limpieza, conservando todo en perfecta orden, como era en la era que precede la visita de tan ilustre conde, un poco obeso y ligeramente cansado es verdad, pero nada que por la voluntad de un sexagenario indomable no pueda corregirse con un buen vino y un pintado a la brasa, a orillas de un charco a beira del rio Paraná. Además, el suelo de Goya es llano, las calles son anchas y el trazado urbano se muestra bien cuadrado, y si tomas el oeste por destino te darás un encontrón con el rio y, si encuentras una chalana, necesitarás utilizar el remo como guía para no encallar en la historia. Por lo demás, es dejarse llevar por la corriente para rezar el Rosario  en la margen derecha. Después de un buen descanso, consagrado por la hostia y muñido con  suficiente carne de surubí, dorado y el sabroso pacú del pantanal, correrás el riesgo de perderte en el meandro del delta que antecede el Mar de la Plata. Bogando por la margen derecha con ayuda de algún sabio guaraní, alcanzarás el buen aire que tanto orgullo ofreció a la corona de España. De ahí en adelante, pedalando con el remo del aire, el buen marinero que ha sido Alfredo marcará, en ritmo de rumba, el rumbo que lo traerá al Vigo me voy, y de ahí, a caballo del borrico Jericó para atravesar as pontes de pedra, a la plaza de la Gloria.

Despierto picado por el anzuelo que se ha clavado en la vida real. Fui urdido por un sueño ensillado en el duermevelas de la realidad virtual, ese espejo ilusoriamente delicioso que nos hace bailar, al ritmo de las gotas de lluvia, la dulce guarania del tiempo, tocada para ná sobre la corriente que inspira  quejío del alma en un día de lluvia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario