lunes, 29 de diciembre de 2008

CASTELAO BRAGAÑA

CASTELAO BRAGAÑA

A cerca de tres meses de las elecciones al Parlamento gallego no hay más tiempo para experiencias pirotécnicas en el Parlamento español. No lo entienden así los señores Feijóo, Quintana, Lobeira y también el señor Bragaña. Insisten en sus orquestados panderazos para que el Estado promueva reformas en el sistema tradicional de votación por correo y se obligue a los residentes ausentes presenciarse en las embajadas, consulados e instituciones españolas en el extranjero.

Pura demagogia o incompetencia parlamentaria podemos atribuir a la moción del señor Castelao cuando argumenta con el cuento de garantías y transparencia democrática en las próximas elecciones autonómicas. ¿Con que poder se arenga representación de los 333.789 gallegos esparramados por el mundo para discutir el respecto que la población emigrante necesita y exige?

El voto es una declaración de preferencia por alguien a quién se le otorga poder de representación política y social. Por determinación constitucional tal declaración es secreta e inviolable. En la práctica el voto no es secreto ni mucho menos inviolable. La fuerza de abordaje a la privacidad política de los ciudadanos está en razón inversa de la libertad que los paisanos tienen a expresar públicamente sus preferencias. Menos libertad, más acoso, más ofertas, más corrupción. Más libertad, menos traición, menos promesas, menos mentiras.

Solo los necios y torpes de pensamiento pueden denunciar falta de transparencia al votante residente en el extranjero. El voto del exterior, antes de entrar en el correo, fue macerado intermitentemente por las instituciones del Estado español y las autoridades gallegas en el ejercicio de sus prerrogativas funcionales. Todos están inseridos en un catastro consular, poseen denominación de origen y pedigrí. En tesis, están todos vivos. En tesis todos recibimos listas de todos los candidatos y dos sobres destinados a una diputación provincial. En un sobre identificamos nuestra identidad y condición de votante registrado en el CERA y en el otro depositamos nuestra preferencia por una de las listas. Un sobre viaja dentro del otro. El receptor, separador y  registrador del voto no tendrá el menor problema en identificar el votante si el proceso no está acompañado por un mínimo de lisura y honestidad fiscal, si el proceso no está  desorientado por propósito mal intencionado de promover uso indebido a un derecho y deber democrático.

Parte de la enmienda propuesta por Castelao Bragaña no es defensable por los españoles ausentes. La otra parte, como aquella de revisar pensiones y extender a los emigrantes programas de atención sociosanitaria, farmacológica y de dependencia, es perfectamente deseada y viable, pero al ser ofrecida junto con la primera denota intención demagógica por parte del propositor. Y no me hablen de las políticas de retorno pues yo soy revoltoso producto del engaño del PP y no deseo caer en la misma trampa más una vez. 

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