PAZ A SU ALMA
Ya estamos prácticamente en pleno verano, aunque por aquí insiste un frescor invernal de aquellos que recuerdan primaverales sensaciones de los felices días de mi juventud.
Conmemoramos treinta años de ilusión democrática y durante tantos años nos fuimos alejando de un mundo naturalmente libre y soberano como parece ser el que constituye los pueblos más independientes de la jungla amazónica.
Por aquí, en nuestra costa mortuoria, todavía impera el capricho partidario queriendo rezar salmos de loor a un cacique heredero de la voluntad partida de su amo fundador. La cartilla puede evocar olores democráticos y depositar rancio de aristocracia señorial sobre los ungidos por el despotismo autoritario para gobernanza de los que cree muertos o lacayos, pero la verdad es que nos faltan muchos años para ingresar en el buen riego de la plena libertad. Antes, dicen, debemos someternos a nuestro juicio final y firmar nuestra sentencia para ingreso en la eternidad. Será después de este momento que darán fe a nuestro voto y lo trabajaran a modiño de adaptarlo al esquife que comporta la estructura megalítica de blocos blindados con polémicas populares y hemiciclos de política parlamentar.
Por los caminos de América fluyen ábregos vientos cargados con nuevas ilusiones que hacen renovar la esperanza del paradójico rico-pobre iberoamericano. Son aires de libertad que oxigena los pulmones y alegran los corazones con la alternativa bolivariana. Del contraste entre la escuadra rusa y el poder norteamericano, en el centro está el ojo del señor Chaves como alternativa plausible a los nuevos caminos que se dibujan por manos del señor Obama.
Escuchamos de Quintana decir que cuando lo vuelva “escoitar falar de Estatuto”, sabré que también habla de pensiones a los atendidos 50 mil gallegos desde la solidaridad del Benestar. Él no sabe lo que es vivir con tres cientos euros al mes. Yo sí que lo sé, y os digo que no se vive. Por eso, él piensa, porque cree saber, que los emigrantes estamos todos muertos.
Esto me hace pensar que en estos momentos yo no estoy ahí, y desde aquí siento que por aquí yo vivo, porque si por ahí estuviese, aquí no viviría. Si en Galicia la vergüenza ha muerto, paz a su alma.
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