viernes, 19 de diciembre de 2008

NOTICIAS

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La noticia si fuese transmitida correctamente debería ser más o menos así: El próximo 1 de marzo los gallegos elegirán 75 diputados al Parlamento gallego.

Estos miembros, denominados diputados de la Comunidad gallega, serán escogidos previamente por tres también candidatos  a diputado, reconocido como Cabeza de lista. Decidida la composición del parlamento por una extraña y laberíntica participación ciudadana al estilo de Hondt, los 75 se reunirán para escoger democráticamente (?) el presidente de la Xunta. En teoría, el presidente puede ser cualquier uno de los 75 componentes clasificados entre los tres listones (hay otras listas, pero estadísticamente no cuentan). Un pacto invisible, establecido por pura intuición de la conveniencia, hará que los diputados vencedores de cada partido (muchos cómodamente escondidos entre el rabo y los cuernos) se unan para escoger el Cabeza que los ha escogido.

 No habiendo suficientes escaños para determinar en primer turno el presidente, los cabezas confabularán en alianzas para repartición de autoridad y privilegios en trueca de declinación del voto a otro partido. Y así tan esdrújulamente se elige el presidente de la junta homocigótica que gobernará durante cuatro años, muy tenso y muy preocupado por las interpretaciones buenas o malas que de sí haga su aliado, que no es necesariamente el pueblo gallego.

Eventualmente, un diputado, con personalidad propia o caballo de Troya, sabedor por la constitución francesa de que el escaño pertenece a la persona y no al partido, puede venir a público y hacer composición con compañeros de otros partidos y, por medio de cualquier artificio político, derroca al presidente en ejerció para dar vez a un candidato seleccionado entre los 75 parlamentarios.

Habiendo indeterminación en la mayoría electoral, después del 1 de marzo, 75 diputados (en su gran mayoría desconocidos por los gallegos y gallegas residentes y ausentes) elegirán el Presidente de la Xunta de Galicia.

Esta noticia nos haría pensar mucho más en las características personales de los candidatos escogidos por sus partidos, pues es de la suma de todos ellos, y no de la idiosincrasia de un particular individuo, que se hará historia en Galicia, para bien o para el mal de todos los gallegos, residentes y ausentes.

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