martes, 28 de julio de 2009

De la REPROCIDAD al PERROFLAUTA (ii)

De la RECIPROCIDAD al PERROFLAUTA (ii)

Escucho ahora decir que Venezuela dificulta el envío de pensiones a jubilados gallegos. Cansé de repetir a las autoridades burocráticas de Galicia que lo que conmigo hacían – y no solo conmigo, constaté ser una pena común a todos los retornados sin padrinos con influencia política - podría desarrollar, por principio de reciprocidad, idéntica reacción en los países hispanoamericanos.

Mis derechos laborales, documentados en petición direccionada por la Seguridad Social del Brasil a las autoridades españolas de Galicia, no han sido denegadas por el director, supuestamente gallego, de la Seguridad Social española, pero – el eterno y omnipresente pero- en documento firmado por un sub-director, me orientan, por inducción sugestiva, a que encamine solicitación de pensión, proporcional a tres años trabajados en Galicia (años perfectamente documentados), por la vía judicial. Me fue garantizado total éxito por resolución judicial firme a la edad en que el príncipe de Asturias cumpla su nonagésimo aniversario. Decididamente, preferí dejarlo como herencia al Fondo Perdido de los futuros gallegos.

Chaves es, en Venezuela, un político extremamente inteligente. Chaves intenta, en su país, evitar lo que las poderosas autoridades españolas nunca han querido evitar en España, aun hoy, en tiempos de vacas gordas: la emigración de sus ciudadanos.

La triste realidad de muchos gallegos es vivir insolidariamente con ingreso de dos tercios del salario mínimo interprofesional, que, por ser mínimo, no cubre mitad de las necesidades básicas de una pareja gallega. Haga la cuenta quien sepa sumar.

El salario mínimo es renta para quien solo aprendió a sustraer, a restar, a buscar en el solar del vecino la diferencia que lo mantenga vivo. No es pensión capaz de llevar dignidad a quien ha contribuido para producir el bienestar social que hoy se respira en Galicia, y que, hipotéticamente, también debería contribuir a la dignidad complementaria de los que retornan al país.

El principio de reciprocidad, que Chaves tiene el derecho de gestionar en los límites de la frontera bolivariana de Venezuela, fue aprendida en la misma escuela en que el Padre de la Patria hispano americana, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacio y Blanco, ha aprendido: la España del egocentrismo partidario de los malaparte.

España expulsa turistas pobres. Sí, porque pobre es quien, en una economía con renta per cápita de 12.800 dólares (Venezuela), recibe, como derecho a la vida, 100 dólares. En un país que se puede escribir con E, H y S mayúsculos y se chulea de ser la nona potencia económica mundial y declara renta por persona de 33.700 dólares (España of Spain de Hispania), eses cien dólares son certificado a la mensurabilidad del gallego, descorazonado y sin derecho a disponer de un honrado empleo de perroflauta.

Pena es que los jubilados gallegos ya no conseguimos seguir el can, y al pecho no sobra fuerza para soplar la flauta, pues aunque presentemos más de cuatro títulos universitarios y como mascota un rintintin de guarda, con chips en el cuello y denominación de orixen homologado, el bozal y correa del ordenanza local nos impide respirar como aspirante reponedor del hipermercado local y, después, nos prohíben mendigar, alegando razones de cocodrilo para buen ejemplo de la economía gallega.

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