viernes, 3 de julio de 2009

GALICIA Y LA DISPERSIÓN

Seria justo si justo fuese la lucha de Feijoo por los gallegos, todos los gallegos y no la cumbre preferencial del PP con vistas a recursos financieros que lo conduzcan a la Moncloa. Negociar y negociar, recomienda Pousa, pero ni con optimismo zapateril ni pesimismo cenizo, orienta Luis Perez, porque la moral a preservar elles outra, recuerda Alfredo. Y entre bayonetas de julio y el conocimiento catódico miquelino ultrapasamos la frontera que separa la primavera del delicioso verano.

Un verano que llega en momento justo para llevar alerta por el pánico de un micro bacteria que se procesa en el invierno del zodiaco austral. Pero en las tierras del espectro eterno nos cuece salas en un giratorio espeto a la moda del sable pizarro, temperado con su sabia financiación de autoridad que ha puesto España en pozo de marajota aislada, ahora en lenta procesión de equinoccios, cuando nos muestran las Pléyades de Tauro en su color azulado.

Presagiando el dominio del cangrejo bentónico sobre la constelación donde paseará el sol entre el 21 de julio y el 9 de agosto, se mueve a gusto nuestro presidente, que, por ser presidente, no es menos presidente que el presidente que le preside. Nos exige calma ante la amenaza de ese novedoso y fluente ejército, compuesto de por el emblemático A N1H1, educado en las cortes del puerco suino y sus interrelaciones de amistad y convivencia con aves caseras, para deleite del erectus humanus, virgo macaco solidario. Gritamos pánico por la amenaza de que no se conceda a los celtas del bioma galaico el sétimo más un poquito, del sexto de un total que, en la ecozona española, por reparto democrático nos pertenece. En función de este hecho somos conducidos desde el deseo de Feijoo al feito de Castelao. De este modo, enervando nervios troncales, se elevan temperaturas causantes de precipitaciones, que, en definitiva, no ultrapasará la característica fundamental de nuestro orgullo climático.

Galícia está dispersa por toda Galícia. La Galicia exterior solo cuenta para llevar el cuento al Congreso de España de que Galicia es solidaria con el gallego emigrado. No lo es. Y jamás lo será en las intenciones del presidente gallego y su partido popular, radical capitalista del interés privado. Galicia no está envejecida. Envejecidos estamos los viejos, ya cansados de llevar sobre el hombro la mortaja que hemos tejido a través de los años. La vejez no es eterna. Ella cesa entre los límites de un tiempo determinado, para el que todo joven de antaño ha contribuido en una gran pasada registrada en los cofres del Estado. Que las arcas se hayan vaciado en misiones menos solidarias es algo cuya explicación cabe formular para el propio interés del presente en el futuro de los viejos que nos sucedan.

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