Cribo de la igualdad.
Todo que viene del estado, del poder público, viene siempre rellenado de conceptos que estimulan el ansia natural de ser desigual. Tomemos por ejemplo la enseñanza de una lengua. En principio, los doctos se reúnen para uniformizar las voces de sus comandados con el fin de facilitar la voz central de comando y hacer que sus órdenes sean bien entendidas por la soldadesca. Para conseguir este feito, eligen nebrijas capaces a dar rienda suelta a su imaginario y formular reglas de raciocinio capaces de convencer el alunando a argumentar en lengua y criterio de un poderoso magister. Por orden imperial se creaba la primera diferencia entre dos corporaciones: la masa popular y el cuerpo de los aprendices neófitos.
Con el tiempo, cada neófito se transformaría en un maestro deseoso de imponer a su público aprendiz la fuerza de su cultura. Todas las fuerzas, mismo aquellas que puestas en la balanza se equilibran en el fulcro, son diferentes, por diferencias de sentido, dirección e intensidad, la menor brisa las desequilibra.
Vamos ver y sentir un día normal de feria en mi parroquia villana. Encuentro gente de de todos los rincones, de Touriñan, de Buxantes, Caldebarcos, Fisterra e Camariñas. Todos son diferentes y revelan sus diferencias en el rostro, en la ropa, en la lengua y principalmente en el sentimiento. La escuela básica no ha conseguido eliminar sus diferencias. Al contrario, los ha estimulado a manifestarse por cuenta de la libertad de opinión y religión. En la forma de hablar también se distinguen por la sonoridad diferente de sus voces.
El estado autonómico, muy consciente de la necesidad de que todos hablen en ritmas codificadas desde el poder, subvenciona la universidad, estimulando su poder regulatorio para que todos hablen igual e igualmente se presenten aptos a entender el orden impuesto desde el núcleo central.
Pero siendo todos diferentes y con diferente sensibilidad, las diferencias serán alzadas por estímulo de una cierta particularidad, profundizada en el conocimiento de la normativa oficial de la lengua, separada por criterios de localidad, con variantes diatópicas y singularidades diacrónicas.
Con base en ejercicios orales, ejercicios escritos y comentarios de textos, en evaluación discontinua y en un único examen, probaremos que ese gallego tradicional, heredero de su origen y real continuidad, será reprobado en su forma de hablar, en la practica de escribir y, peor, en el modo de sentir y pensar.
¡Vayan con Dios! ¡Y que digan que Galicia pierde gallegos todos los años! ¿Será que es porque no conseguimos pasar por el cribo de la igualdad, esa dadiva y al mismo tiempo valla que nos separa del señor? ¿Es esa la igualdad tan desigual y tan artificial que nos quieren imponer desde Santiago?
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