viernes, 13 de noviembre de 2009

GASTO X INVESTIMENTO

Gasto X investimento
El deporte como perspectiva de investimento y no de gasto. Así, de seco, como suena, parece una asociación de palabras cogidas al vuelo en una piscina de Moaña. Parece un motto modelado para una campaña comercial en el que un empresario desea decir mucho, hablando poco y gastando menos. Si el resultado de la publicidad trae ganancias que permitan emplearlas en nuevas campañas y amortizar los recursos empleados, diremos que la aplicación ha sido un investimento. Si la aplicación no se reproduce o el resultado es inferior a lo aplicado, decimos que la aplicación es un gasto o una mala inversión. No es nada más ni menos que una cuestioncícola del jargón economés, que en cualquier circunstancia significa uso de una parte del presupuesto que, en tesis, no puede exceder su real tamaño de cien por cien, aunque, en la practicidad real, el pufo, previsible o no, permita ultrapasar la realeza del tamaño, nomeandose déficit a lo que excede. En caso contrario, cuando los programas no alcanzan el valor orzamentado, a lo que falta se le llama superávit.

En que quedamos, ¿los tributos aplicados en deporte son gasto o son investimento? Hombre, depende de la expectativa de quien los aplica y de cómo los vea un determinado espectador posicionado en un determinado punto de la cumbre, desde donde todo lo ve plano, bien proporcionado, desde una perspectiva caballera.
A las aplicaciones de investimento se exige retorno y rentabilidad. De la rentabilidad se extrae el gasto en materiales, en sueldos, en costes de la maquina administrativa, y, de lo que sobra, todo bien embrullado, va a la caja de un capitalista, que puede ser la propia comunidad, un empresario o una sociedad de esas dichas anónimas o mixtas (fusión de aplicaciones públicas para lucro del ente privado).

Es posible deducir pues, como efecto, del que un pronunciamiento es su causa, que el sector deportivo  público autonómico será incentivado con raciones de investimento para que este produzca sus particulares rentas y haga feliz a sus inversores. En este sentido, toda aplicación en recogida y procesamiento de basura, todo incentivo a la sanidad privada, a la acuicultura ya capitalizada, a la desapropiación forzada, al monumentalismo de la construcción insensata, a los campos de golf, a las sinecuras por representación de altos cargos y a un sinfín de etcéteras, son investimento. Lo dedicado a sueldos de trabajadores, a una educación publica con calidad, a la sanidad pública sin filas de espera, a la pensión de los jubilados y a los que no consiguen trabajo, son gastos. El gasto es un despilfarro, sinónimo de la incompetencia administrativa, es necesario eliminarlo, cuentan algunos. Otros dicen: la inversión refleja las buenas intenciones del inversor, produce riqueza y crea trabajo para cuidar de los ricos, que son ciudadanos de primera y gastan (¿?) su rico dinero en cruceros turísticos de alta calidad, no envejecen, nunca se jubilan y no empobrecen la Seguridad Social.

Sin el concurso de un sofisma falacioso es difícil establecer una conclusión de lo que es gasto o inversión. No obstante, in dicto simpliciter,  lo que pagamos en forma de tributo y contribuciones (todos están impuestos), si retorna en relación de coste/ beneficio menor que uno, es inversión; si la relación iguala con la unidad, el resultado muestra indiferencia entre el gasto y el investimento; caso contrario (como es el pensamiento generalizado del contribuyente en argumentum ad verecundiam) toda aplicación, llámenlo Gasto, díganle Investimento  constituye una verdadera balbúrdia.

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