sábado, 18 de junio de 2011

NOCAGA

En mi utópica isla de la magna lobeira, desde donde puedo observar la opulenta maravilla que es ver dos soles con apariencia de luna o dos lunas rellenadas como soles, después de un tremendo susto que me dio Catalina al ennegrecer totalmente su cara en este final de primavera, viene a mi el dios Janus, con aquella cara que contempla el Pindoschan y la otra que observa el Finisterrae, explicarme que la negritud de la luna fue debido a la interposición del loro Foderico en su matinal vuelo hacia la ría ferrolana.   Confieso que fue un mal presagio lo que ese divino romano dejó elucubrando en la inquietud de esta mi soledad atlántica.

Ciertamente se puede contar más de diez millas la distancia que separa esta pacífica isla de la conturbada y explosiva Mugardos. Pero si el loro, con su característico graznido,  consigue impresionar mis oídos y tiene el poder de pintar la luna de negro en pleno día, o en plena noche conforme la carta geográfica de su vuelo, es de suponer que el chispeo de algunos millones de misivas butaneras, partiendo de un foco conocido y se esparramando en todas las direcciones, me alcanzará, y seré por sus rayos tocado,  aunque yo me refugie en el hueco de las rocas que sostienen los fundamentos de este vello farol atlántico.

Foderico es muy chistoso. Consigue sin mucho esfuerzo extender mis labios relajándolos en sincero regocijo a cuenta del prestigio que el prestigie ha marcado en las rocas de esta singular isla. Ya voy canso de comer tanto pez marajota, atrapada en la roca cuando el mar refulja un nivel inferior. Unas fajitas de jamón curado en tiempo de salitre me harían mucho bien. El vino ya lo tengo, pues es frecuente recibirlo a bordo  de una botella que atraca en algún intervalo formado de arena y otros cubiertos de espuma. El almuerzo dominical promete ser bueno aunque la temperatura venga en descenso, empujada por nubes sombrías que vienen del oeste. Y será bueno porque iré flotando al cabo de la costa muerta, donde haré el depósito, recomendado por un ártabro de la ría al loro de Mugardos, en la forma de un buen investimento para la ecología futura: NOCAGA hoy si quiero defecar mañana.

Todo por una buena causa, que es impedir que la deuda suba y funda los electrodos que dan luz a la ría. Inversión segura y muy vigilada, digamos por hablar,  para impedir que el fuego ferrolano no ultrapase la punta del roncudo, y si algún espirro la ultrapasa, tendrá que vérselas con el cabo villano, y si este no muestra su altura, cabrá al cabo touriñan y el incorruptible fisterra promover la defensa antes que el rebullicio alcance el modesto cabo de Cee y haga estragos en el príncipe castillo y su homólogo cardenal.

NOCAGA ni en caja ni en banquillo, hágalo en letrina tradicional, es lo que creo quiere decir el famoso loro desde su mirante torre de Mugardos.

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