"De tanto ver triunfar la nulidad, de tanto ver prosperar la deshonra, de tanto ver crecer la injusticia, de tanto ver como se agiganta el poder en malas manos, el hombre llega a desanimar de la virtud, a reírse de la honra y a tener vergüenza de ser honesto." (Rui Barbosa)
Mal de muchos, consuelo de idiotas. Es un refrán muy conocido de los creedores de ese estúpido papel, bautizado de Euro en el primer año de la gracia de este milenio y que actualmente sigue en salvaje debandada.
Consolaros pues los endeudados de España, con vuestra deuda construiremos el reino de los cielos, ese maravilloso paraíso hecho para el deleite de los creedores, virtuosísimos señores que, con el esfuerzo de inmensas multitudes, consiguen mantenerse muy pocos y, en consecuencia, viven privados de las severas lamentaciones, esa queja dolorosa, repleta de llantos, suspiros y todo un rol de aflicciones que tanto enriquecen el buen deber de quien tanto debe.
Loreando mi amigo Luis, el de las catacumbas demenciales, e ignorando el ápice que el otro Luis no quiere restar a la grávida situación de la numerología ibérica, aprieto el gatillo de la deuda para arrojar, del interior de un tambor, plomo fraccionado en cuartos de un sólido todo poderoso.
Juntando los cuatro balines tenemos todo el peso de la Deuda-Pais (entiéndase país como el bando autocalificado a emitir deuda en nombre de los descalificados para tal fin) Los dos balines más pesados fueron adquiridos en el exterior, como justo es hacerlo, pues faltaría sentido a quien afirmase deber a sí mismo.
Los loros y churumbeles tienen nombre, y por ese nombre debemos tratarlos con el debido respecto. Son ellos: Deuda Pública, Deuda Familia, Deuda Empresa y Deuda Financiera – por mera casualidad todos, loros y churumbeles, pertenecen al género matriarcal del reino femenino.
Veamos ahora la función numeraria de esas doñas cuatro señoras. Destaca en la primera observación que el producto de los medios (D. Familia x D. Empresa) es mayor que el producto de los extremos (D. Pública x D. Financiera), a lo que parece, en proporción desastrosa:
D. Familia + D. Empresas = 3 x D. Publica (+ alguna cosa)
D. Financiera = 2 x D. Pública (- alguna cosita)
Realizando las convenientes operaciones matemáticas, despreciando alguna cosa más e ignorando alguna cosita menos, obtenemos el valor de la deuda Pública, que es igual a un tercio de lo que las empresas y familias deben y, aproximadamente, la mitad de lo que el sector financiero admite en sus registros.
No es para espantarse por el desacuerdo que la matemática eurística muestra en las cuentas nacionales. Sabemos, desde hace mucho tiempo, que el fin justifica los medios y, por tal razón, si el sector público y el sector financiero no pagan la menor fracción de la Deuda-País cabrá a las personas en su calidad de familias y empresas, supuestamente propietarias de todo que en el país existe, cubrir con sus perteneces esa Deuda-Granada, que han puesto los creedores externos en la boca de los residentes internos a título de pirulito dulce.
Vimos como son cuatro las señoras que, juntas, componen esa hermosa granada, globosa fruta de corteza delgada y correosa que cubre multitud de granos rojizos, dulces algunas veces , agridulces otras tantas, pero con intervalos de amargo sabor cuando accionadas por presión indebida. Y siendo la presión susceptible a variaciones de temperatura y volumen, no será dificil imaginar el estado explosivo de la granada a temperatura corriente cuando la autoridad pública resuelva bajar el volumen de la Deuda-País.
Mostramos así un otro enfoque, que también deberá ser considerado en el análisis terapéutico de nuestra fraccionada deuda.
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