jueves, 2 de junio de 2011

VOTO VOLITIVO


Difícil cuestión, darse o donarse. Ambos caminan en el terreno de la reflexibilidad, esto es, flexibilizan para atrás queriendo andar de frente. Donarse es un acto de vivos en ayuda voluntaria de quien necesita algo, un órgano, un empleo, dinero, la alcaldía y otros muchos etcéteras de labor dudosa. Darse es entregarse, concederse, pero también suponerse por inocente o considerarse por excesivamente sabio. El concepto en cursiva no es de mi patente, lo dice la RAE.

Una vez a cada cuatro años los parroquianos y aldeanos de Perceebes decidimos reunirnos, sin orden ni desconcierto, alrededor de una urna colectora de votos, y allí, en secreto de palio, depositamos, algunos con mucho orgullo, otros con disimulado desprecio, nuestra intención de darnos y, como consecuencia,  entregarnos a los caprichos de un grupo de paisanos. Se supone que la cuadrilla, objeto de nuestra volición, son personas de nuestra más absoluta confianza, todos sin excepción, puesto que nuestro voto por razones de un irracional sistema electoral, siendo único, acaba materializando la unidad de un conjunto abstracto y de forma inconsistente, pese al simbolismo unificado de cabeza, cuerpo y rabo grafado en una lista de nombres  y apellidos diferenciados.

Pero por aquí me entra la duda delante de un darse o donarse. Y la duda cambalea como el cuerpo de un lagarto por el hecho de que su cola posee diversas funciones. El se puede ser un objeto directo: alguien que recibe los beneficios del dar o donar. Se también puede ser un agente de la pasiva y, en tal caso, es el donante el sujeto del dar o donar. En determinadas circunstancia se atribuye al se función de reciprocidad reflexiva, sujeto y objeto de la acción verbal: dos partidos se distribuyen los votos, esto es, se donan a si mismos los votos que otros no les dieron.

Pero la partícula se también lleva en la estructura de su ADN la función de condicionalidad, trasvertida de un sí que puede significar un clamoroso no. Puede conjugarse en cualquier persona, tiempo y modos del dar y donar: yo doy si tú me das; yo daría si tú me dieses, si me das lo que pido te donaré una parte. Y así entre trancos y barrancos nos aproximamos al punto de locura que un darse o donarse puede alcanzar.

¿A quien queremos dar gobierno? Pregunta irrelevante delante de la transcendental cuestión del darse o donarse. Nos pidieron y nosotros nos dimos y ahora, santa rita, rita, rita, lo que se da no se quita.  Y los que tienen lo que nosotros hemos donado, porque entienden que el se son ellos, objeto directo de todo que tenemos,  harán entre si un adecuado reparto del voto volitivo.

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1 comentario:

  1. Una vez más consigues con tu escrito generar la controversia necesaria para alimentar este intercambio de opiniones, en el marco ejemplar del respeto incondicional a la opinión del otro.
    Recuperado ya el ánimo dialéctico tras el revelador descanso de un intervalo acunado entre melodías de soles y claves, materializada la realidad sustancial del incierto futuro político de la Villa de Perceebes, y ahondando en la reflexión y la reciprocidad de los dones o dádivas de tu “voto volitivo”, extraigo con profundo pesar que todo él (-voto) gira en torno a la entrega…. Y nunca a la aceptación, que al fin, es la primera de las leyes del espíritu.
    Pues no es más transcendental para el asunto que nos ocupa la generosidad en la aceptación que la de la propia entrega?
    Hay mucho más en juego estos días que reuniones, acuerdos, conversaciones a tres, cinco o siete, declaraciones a prensa,…mucho, mucho más….
    Cierto que el pasado ya es ido, cierto que el futuro es incierto. Pero lo que vivimos hoy es un regalo: por eso le llamamos “Presente”, el mejor de los dones, la mejor de las dádivas.
    Darse, donarse (no insisto esta vez en los matices diferenciales que tan sabiamente has sabido exponer)…. no tiene sentido si no hay aceptación.
    Son reflexivos desde el momento en que se dan o donan a sí mismos, y a lo que representan: la confianza de otros muchos que a su vez se dieron o donaron.
    Son recíprocos porque se dan o se donan el uno al otro, en intercambio ejemplar y simbiótico, para procurarse –también reflexivamente recíproco- un bien común.
    Pero son invalidados si en yuxtaposición no se alumbra el asentimiento. Solo el consentimiento les puede convertir en transitivos, porque será entonces cuando consigan un verdadero complemento directo.
    De qué sirve el mayor de los esfuerzos, la más valiosa entrega, si no hay disposición a la adhesión?
    Lo que supone el mejor y más importante aval de un resultado político, excepción de la mayoría absoluta, es la majestad de ser la candidatura más votada. Pero a fuerza de desautorizar ese aval con su comportamiento a lo largo de su trayectoria política, combinándose con colores y formas diversos despreciando el nº de votos, y solo como condicionante sumar siete, ha conseguido el candidato Independiente pulverizar el único argumento capaz de sostener su derecho “moral” a ostentar la alcaldía de Cee. Eso, suponiéndole capacidad para tener derecho moral, que ya me parece mucho suponer a estas alturas y en sus bajezas…
    Y en lo que a todas luces aparece como un desesperado intento de supervivencia se oferta a los de Zaira como ramera en busca de chulo que la mantenga…. cuatro años más.
    No tardará en hacer lo propio donándose a los nacionalistas, disfrazado de cordero, rana, cerdito, lo que sea con tal de que se traguen el cuento.
    Y es aquí donde entra en juego el más grande de los conceptos, que invalida en sí mismo cualquiera de los otros dos: LA ACEPTACION. Qué inútil darse, qué estéril donarse, cuando no hay receptáculo dispuesto.
    Claro que a la soberbia de Ramón siempre le quedará la opción reflexiva de esos dos verbos, mientras en franca minoría, rige cuatro años más el destino de Perceebes.

    AGUILA

    http://www.youtube.com/watch?v=E4qAW8vTGzY

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