De momento, la mala política ya anda incuestionable. Y no hay ley que salve el catastrofismo sensorial que respinga por las playas, a modos de tsunami. Entre unos y otros, entre los que aluden y los que resbalan, yace insepulta la responsabilidad del ciudadano atacado por la polilla política de la insensatez electoral. Bien lo recomunica don Pacho al promocionar eco a la jaula de grillos ociosos. Por el número de sus chirridos ya podemos calcular la temperatura del aire. Y ella se muestra alta, suficiente para caldear los nervios más calmos y conducirlos al palco del histerismo crónico de la autonomía corporal.
¿Que pasa que no arranca con decisión de bala sobre el objetivo? Algo funciona mal en el tambor. Revisarlo será mejor para que el tiro no salga por la culata. Y no es necesario salir chirriando por el mundo para democratizar la vida política en la comunidad de Percebes. Ya lo fue previsto en la Constitución: un voto para un candidato, no para una colección. Eso es democracia. El elegido debe tener suficiente discernimiento en experiencia y saber para que pueda administrar, sin imposturas, todos los sentimientos, sean de mayorías o minorías.
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