lunes, 4 de julio de 2011

ADDIS ABABA

Dejo Tripoli antes que el sol de oriente ilumine las cabezas empeñadas en la discusión de la propuesta de acuerdo, hecho por la UA a los partidos libios, con intención de buscar solución política a la grave crisis que asola esta gran nación del norte africano.  Todos mis remeros, a una sola voz, resolvieron trabajar sin capacete. Dicen que en la hipótesis de que un petardo hunda la gallega, podrían todos nadar hacia Sicilia, libres del peso en la consciencia que el cabasset  con puntas de cuerno produce.

La meta de este concilio, estructurada en propuestas para armonía de las partes en conflicto, objetiva proporcionar efectiva protección a la población civil, incluyendo real suporte de ayuda humanitaria, así como el establecimiento de una hoja de ruta que posibilite encauzar el proceso político, juntando y legitimando las aspiraciones del pueblo libio con la democracia, con la regulación de leyes y a la buena gobernación con respecto al derecho humano. Algo mucho más complejo que el deseo de mis remeros de regresar salvos y sanos a la bahía de Pindoschan.

Antes de partir, llamé por el móvil a algunos de los más agitados políticos de ambos lo bandos, recomendándoles el buen juicio de una juntanza en Addis Ababa, lejos del destructivo cortocircuito que el cruce de un nervioso intercambio de misivas, entre la Otan y el todo poderoso Gadafi,  puedrían ocasionar.

El marinero Odin, tímido como cualquier escandinavo, me pregunta sobre las razones que me llevaron a escoger Addis Ababa palco de discusiones parlamentares entre dos bandos libios. Como todos sabemos, los vikingos no tanto, Etiopia es cuna de mis antepasados, los humanos sapiens. Etiopia es miembro fundador del movimiento de los no alineados. Addis Ababa, su capital, ha experimentado una gran variedad de sistemas de gobierno, siendo hoy cuartel de la Unión Africana. Además, en tiempos no muy lejanos, Alfonso V de Aragón, un experto descendiente de los Trastámara de Castilla, en su condición de gran dominador de Córcega, de  Sardeña y también rey de Sicilia, mantuvo relaciones comerciales con los abisinios, por quien traficaba a los irmandiños oro, especiarías y una madera negra, especialmente utilizada en la fabricación de instrumentos de soplo, como el clarinete, el oboe, el flautín y la gaita de Dumbria, popularmente reconocida como gaita gallega –escucho un murmullo de desaprobación entre los vikingos, pero pienso que este no es el momento de discutir derecho sobre el origen de la gaita.
  
Es tarde, el sol ya no brilla en España. Los vikingos duermen, un fuerte viento empuja la vela cuadrada. Yo soy el único trabajador nocturno de la galera virtual. Noctámbulo, agarro el timón de mis confusas ideas y, con ellas, dejo sobre las ondas del mar rastros de mi pasaje en la Tierra en este día dedicado a Addis Ababa.

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