viernes, 29 de julio de 2011

EURIBOR


Los americanos de Obama y los gallegos de… digamos Rosalía tenemos mucho en común. Somos dos naciones enormes a pesar del desproporcionado tamaño de la comparación. Nuestras cordilleras estuvieron juntitas en un pasado prehistórico cuando en el atlántico no había mar. Ellos, los americanos, fueron descubiertos por celtas de la Gallega, nosotros, los gallegos, fuimos descubiertos por los celtas desnudos del norte europeo. Los americanos tienen en sus manos un enorme problema, que es el déficit público. Feijoo cree que la enorme deuda gallega pertenece a otro país, que él llama España. En fin, todo igual o casi igual que no es lo mismo.

Ya intuía yo, una de esas noches mal dormidas, que todos los problemas que asolan la raza celta derivan de los malos tratos dispensados por el pinciano Rodríguez, de apellido tan común entre los gallegos y con el popular sobrenombre tan codiciado entre los artesanos exentos de cualquier cepa cortesana.

Nos quieren meter, a todo coste, en la tertulia del noble léxico de nuestra real academia de las voces orales y digitales la palabra Euribor. Analizando fonéticamente esa palabra, tan desconocida por el gallego auténtico, consigo amarrar con dos lazos el sentido seco del compuesto morfológico. Para extraer el zumo de tan geniosa idea es necesario haber nacido en Galicia, de padre y madre auténticamente gallegos.  Solo así podemos esclarecer que Euribor es compuesta por la primera persona de un pronombre personal (eu) y algo que se encuentra al bor-de u orilla de sospecha extremamente peligrosa.

¿No? ¿No es así?

¡Claro que no! El Euribor fue inventado en 1995 cuando Aznar brillaba en Iberia y la idea de una peseta estable atraía el buen interés de todos los gallegos del mundo. Contra mi opinión, alias respetadísima por la Constitución del 78, Euribor es junción ortográfica de Euro Interbank Offered Rate y sirve para explicitar la media del interés por el dinero (euros) practicados entre 57 bancos de prominencia europea.

Ahora sí que podemos bailar la jota con mucha más tranquilidad, pues han escogido palabras de galaico léxico para que nosotros, mejor que otros, sepamos calibrar el real peligro que significa el yo estoy al borde del precipicio. Sube el Euribor, despencamos no atoladeiro da hipoteca valorizada. Baja el Euribor, aparecen nuestras caras chamuscadas por el fuego caprichoso que atribuyen a las razones, poco racionales en el contexto de oferta y demanda.

En cierta ocasión, muy celoso de las campanas de Bastabales, Almanzor vino a Santiago por braga y se las llevó a Córdoba.
  
Ai campanas, campaniñas. Cando de lonxe vos oio penso que por min chamades. Doiome de dor ferido, que antes tiña vida enteira e hoxe nin media teño. Larparonma os intereses por tasas de fel, que eu bebí para suportar o amor der ser galego montado na mula do euribor.

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