jueves, 7 de julio de 2011

CALIZ DE ORO


¡Jehovah!, me cuesta entender, al bogar por estas playas de Tunez con marineros tan experimentados como son estos mis queridos vikingos, como puedo topar tantos cadáveres de gente joven, ahogados a los pocos días de marchar de su aldea natal, de donde salieron en busca de algún recurso que les permitiera vivir un poco más y mejor. Desgraciadamente vivieron mal y acabaron muriendo mucho peor.

Llegan a mis ojos noticias de que si las predicciones de Aubrey de Grey son correctas, podemos considerar que la humanidad está dando luz a la primera generación capaz de alcanzar su centésimo quincuagésimo aniversario. Todavía mejor, en menos de 20 años nacerá la generación con perspectivas de extender la vida hasta los mil años.

Es hora de pensar en un nuevo testamento. Llamé mi amigo Pablo de Tarso, que era conducido preso con destino a Roma, para discutir con él sobre la necesidad de un concilio referente a nuevas técnicas sobre la circuncisión. Con el mundo extensivamente poblado y habitado por ostensivos comilones, se hace indispensable elaborar una nueva orden. Yo conocía Pablo debido a algunas críticas hechas por Santiago, quien me contaba, bajo la lechosa luz del firmamento de los campos estrella, que los fieles de Galacia convertidos del paganismo  debían someterse a los mandamientos de Moisés y practicar la circuncisión como instrumento de salud pública delante de la política para programas de crecimiento y multiplicación de la humanidad asistida.

Con la ayuda de Aubrey de Grey, meditamos sobre el concepto mortal de la vida. Nuestro cuerpo – dice Grey-  está habitado por seres microbióticos que, a semejanza de los macrobios del reino animal, necesitan de un particular espacio o hábitat en el que pueda crecer y multiplicarse una determinada familia de esos minúsculos seres. De hecho, algunas bacterias se desarrollan con fatal rapidez y consiguen vivir alimentándose de lo que otros no consiguen comer. Algunos viven rodeados de abundante material orgánico, energéticamente muy rico y dificil de degradar y, por eso, desenvuelven un complicado mecanismo para degradarlo. Son extremamente eficientes y trabajan con mucha eficacia en los resultados. Constituyen verdaderos explosivos de TNT para el cuerpo humano cuando este  ultrapasa la edad media.

Grey considera los cementerios de esa vida microbiótica los causadores de muchos daños a las células y cuerpos moleculares que dan asistencia a nuestra alma. De esos daños adviene el envejecimiento.

La idea de Grey es envolver a mí y a los gálatas, con la ayuda retorica del apóstol Pablo, en una estratégica y preventiva acción geriátrica. Daremos batalla al envejecimiento haciendo reparo periódico a los daños causados por eses seres minúsculos a lo largo de toda una vida.  Algunos sucesos ya se vislumbran. Actualmente, a cada año se adicionan tres meses en la expectativa de vida. Ya se estima que en el año 2030, cuando yo cumpla mis 90 años, estaré rodeado por más de un millón de centenarios.

¡Jehovah! Que pena da saber que toda esa política falaciosa en vuelta del mediterráneo hará descender abruptamente la calidad de esa magnífica expectativa, haciendo que en mi centésimo aniversario me coronen con un ramo de espinos y, para mejor el paladar, me sirvan hiel en cáliz de oro.

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