domingo, 10 de julio de 2011

COMPÁS DE ESPERA


El dominio financiero de la Hispania se produjo antes de Almilcar hacerse dueño de Cartago. Sabemos todos, algunos no lo saben con tanto desparpajo, que turdetanos y oretanos se fustigaban mutuamente a golpe de palo verbal. A veces pienso que se degladiaban por el único motivo de dar plena ocupación al tiempo y así defendían un particular derecho de distraer el diente, evitando, con tan sutil tecnología, perder el ojo y roer sus personales uñas. 


Como el FMI, Bach sabia que sería muy útil elaborar un banco de buenas razones para entretener los desocupados, hijos de la fortuna que los ventureros guerreros conseguían conquistar a lo largo de sus viajes exploratorios, en los siglos de oro.  Sentía Bach extrema necesidad de asegurar un buen funcionamiento a un pequeño número de instrumentos, que él monitoraría combinando tasas, en sus diferentes niveles, con un adecuado balanceamiento semihorizontal de brazos, asentados en un cuerpo movido en su verticalidad por resortes de las juntas de miembros, algunos superiores y otros inferiores.

Bach, con sus más de 200 cantatas arrancadas de su órgano pasional, destaca, en la exposición de mi buen amigo Krugman, con este monumental concierto de Brandenburg. Son once los elementos de la ejecutiva camerista, siete estan en pie y cuatro, sentados. Observad que los sentados no descansan el culo en imperiales sillones, como sería deseable para la buena ejecución de absolutamente nada; lo hacen en modestas sillas para producir, sin estafa, lo necesario, evitando que el desgaste de una articulación excesiva comprometa la austeridad armónica de un perfecto concierto, adecuado al momento tensor exigido por el acuerdo de las cuerdas de la sinfónica orquesta.
No lo vemos, pero sentimos que este conjunto debe estar regido por un director, capaz de discutir con todos los músicos los problemas que naturalmente derivan de las desviaciones musicales que el alma y cuerpo de cada particular instrumento produce. Como el FMI, este señor debe tener poder de veto, evitando ocurrir algún sonido inconveniente a sus oídos. Nada de más, es un tributo que se paga por el beneficio que produce tocar cantos en conjunto.

El FMI fue creado para proteger las naciones del descalabro económico y evitar desequilibrio en la balanza de pagamentos. El FMI posee múltiplos recursos de aproximación de la melodía que canta a los oídos de los agentes financieros en los países asociados. Promueve la cooperación monetaria entre países; favorece el comercio, integrándolo en una visión global; hace crecer el empleo por medio de ayuda económica a los países endeudados. Empresta dinero y, después de un tiempo, recoge algo más de lo que ha emprestado. Algunos piensan que retira muchísimo más de lo que da, y, por eso, el mundo se va agotando al toque filarmónico del concierto de Washington, hasta hace poco tocando bajo la regencia del señor Dominique.

El concierto de Brandemburgo se ejecuta en seis modelos. El concierto número tres es considerado el más popular porque la melodía no se estructura en ningún instrumento de soplo y, por este modo, el resultado de su belleza austera jamás el viento llevará. Es un modelo perfecto entre la concordancia de acuerdos temblorosos y el deseo rítmico de las cuerdas vibrantes.
El concierto sexto, adagio pero no mucho, simboliza cierto cansancio de la gestión financiera, que mucho menos que alegre va sumando monotonía al órgano y a los que lo acompañan por el contrapunto de dos violines del BM, auxiliados  por el contrabajo de dos violones, BIRD y la AID, y otros dos en molesto compás de espera, España y Portugal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario