viernes, 1 de julio de 2011

INSENSATEZ


Dice la señora Merkel que la decisión de aprobar las medidas de austeridad por el parlamento griego fue una excelente noticia. Fue una declaración hecha en presencia de testimonios demo-cratas cristianos. Excelente decisión, sin duda, basta ver el diluvio de piedras, el estallido de pólvora seca, la toxicidad del gas lacrimógeno, el patrimonio destruido y los heridos acamados en los hospitales. Y todo este festejo para granjear condiciones para una nueva y superior deuda.

El fondo del pozo crediticio posee una hondura infinita. De él, el año pasado, han sido retirados 22 mil millones del precioso liquido con el objetivo de refrescar la resequida garganta de los griegos. Este año, el parlamento griego, conocedor del gusto que produce una deuda gigante, buscó un acuerdo con la banca alemana para evitar quiebra de la rasgada banca griega. Fue una ofrenda voluntaria de los creedores alemanes a favor de sus homólogos deudores helénicos.

Es de suponer, cuando se habla de deuda pública, que la deuda no es un deber de los parlamentarios. La deuda es obligación de todos aquellos que con sus impuestas contribuciones ayudaran a los parlamentares a firmar pagarés y recibir beneficios en su condición de apoderados del pueblo.

Pienso que no existe sacrificio sin la correspondiente ilusión del beneficio. Es un pensamiento que guarda perfecta simetría en los dos bandos de una relación Crédito/Deuda. Esto es, arrancando uno de la otra el resultado debe ser siempre cero; o lo que es lo mismo, pero no da igual, dividiendo el uno por la otra, o viceversa, el  cociente consciente tendrá la cara del uno, mírese por donde se quiera mirarlo.

Y aquí tenemos el desentierro de los Hunos y su Atila, flagelo de Dios en los modernos días de la Debocracia devorocrática.

Curiosamente, retratado con cara mongoloide, Atila fue reconocido como paradigma de la crueldad y de la locura. Guerreó contra los romanos, derrotándolos en muchas ocasiones, y por cada derrota los tribunos romanos cedían tributos de sangre y, también se cuenta, que hubo tantos muertos y se vieron tantos monjes y doncellas degolladas, que era imposible contarlos sin auxilio de las modernas tecnologías contables.

Pero Atila llevaba en su rostro las caras que representan el antagonismo morfológico, y, por tal virtud, algunos, probablemente hunos, lo consideran ejemplo de excelente noticia para el mundo que desean planificar sobre un vasto desierto. Cuentan con las pesadas patas y el casco duro de la gloriosa deuda para marcar en la pradera el agobio de los deudores y, así, abrir una cuenca por la que pueda ser conducida, con destino al mar, el lagrimoso fluido de la desgracia deudora.

Dejen que diga lo que quiera decir la señora Merkel.  No saldrá de ella el brote del sacrificio que representan las medidas de austeridad. Los planes están claros y son precisos - cirurgicos, diría el señor Busch en la tormenta del desierto. Y son planes de medidas que atacan el derecho a las pensiones, a la jubilación en tiempo de poder disfrutar con algún vigor nuestros últimos días; objetivan desempleo en el sector público y privado; harán crecer el número de contribuciones  por cima de los 37 años y harán que en el año 2015 sean necesarios 40 años de contribución a la seguridad social para que sea merecido un final descanso.

Finalmente, sin que esto sea el fin de un continuado ataque de esa maldita tosferina, entre tantas reducciones del derecho adquirido y al bienestar prometido, veremos acrecimos significativos del IVA, acrecimos que vendrán para joder un poco más todos los desempleados por el ocaso de la moderna coyuntura y el insensato mercado de la señora Merkel.

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