viernes, 16 de enero de 2009

SISIFOMANIA

SISIFOMANIA

Habrá duelo. Pero no a tres. El duelo será entre dos colectivos poco competitivos en la división y en el reparto de las riquezas de Galicia. De un lado, con sus clásicas armas de retorica mesiánica, estarán los partidos políticos representados por sus cabezones articularios. Del otro, almas volátiles orientarán sus ojos y orejas hacia una tela con visión posibilitada a todos los humanos de nuestra humilde pelota.

En la escenografía de la virtualidad compartida, las fuerzas tradicionalmente derrocadas disponen hoy de algunas toscas herramientas que, con mucho tino, podrán ser utilizadas estratégicamente en la fiscalización del poder partidario.

Nadie desea y pocos se lo creen que aquellos fieros embates entre combatientes de lucha libre son reales y reflejan la ferocidad de sus almas animales. Siguen el script de un juego previamente combinado y con reglas bien definidas. La semejanza con la realidad no es mera coincidencia. Fue diseñada para estimular la adrenalina y motivar, con ejemplos escenográficos, la muchedumbre en su continuo y eterno esfuerzo de Sísifo. Este gran dios, próvido de terquedad humana, recibe de su trabajo el aliento para la vida. El hombre, de su esfuerzo repetitivo, recibe el título de trabajador, y poco más.

Ese poco más es de concesión reciente. Tiene apenas treinta años y ya hay quien piensa que no pasará de los treinta y tres. Este poco más se llama Democracia. La democracia, como cualquier semiente, necesita de suelo fértil y buenos cuidados para que del capullo de la rosa broten brillantes pétalas.

Nuestra gran herramienta para cultivo de la democracia está en la abertura de nuestras mentes para un esfuerzo concentrado en el entendimiento y comprensión de lo que ocurre a nuestra vuelta. El espectáculo televisivo es un cancionero de ayuda en el sentido de que nos proporciona elementos que orientan nuestra capacidad reflexiva. No procuremos querer saber el por qué Feijo ataca Quintana y Touriño y viceversa entre sendos tres. Eso todos lo entendemos y de ese entendimiento no brota ningún alivio para nuestras desgracias.

Cualquier pueblo es y debe ser competente en todo propósito que la ocasión requiere. Feijóo y Quintana prefieren resucitar los muertos ausentes aunque para ello sea necesario matar políticamente a los ausentes vivos. Sabemos que cuando el hombre deja de ser, todo su querer y poder cesa con él y no más le sobra autoridad para orientar, organizar y administrar el gobierno.

Estando vivos, sintamos lo que nos incomoda. Usemos nuestras herramientas para expresar lo que sentimos. La voz, cantada, en verso o prosa, es muy eficiente para algunas conquistas. La expresión corporal también es un excelente aliado de la voz, y los dos, asociados en la corrida por la vida, darán eficacia al intento de prolongar la sisifomania democrática.

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