domingo, 18 de enero de 2009

XINZO DE LIMIA

XINZO DE LIMIA

“La igualdad plena y efectiva es una tarea pendiente de toda la sociedad, hombres y mujeres”. La frase se refiere a un acto a favor de la igualdad entre hombres y mujeres.

En principio, al verla en destaque, sólida e independiente, creí estar propenso a escuchar un discurso radical de un hombre de izquierdas, adepto a los derechos fundamentales del hombre, entendido como ser humano de todos los géneros y edades. Sería un magnífico discurso, de la altura ideológica de un Marx, Hegel o del ignorado, panfletista e intelectual revolucionario y coordinador político de Thomas Jefferson, Thomas Paine. Pensaba aprovechar mi tiempo escuchando un guisado de brillantes ideas, a favor de la revolución, de la democracia, de la era de la razón, de las diferencias que separan ricos de pobres, de la angustia de los trabajadores cuando trabajan mucho y ganan poco, del desempleado cuando pierde el derecho al trabajo y lo humillan con miserias; del destemple que se ofrece a un retornado con salario más mínimo que el propio mínimo - que es la misma cosa que condenarlo a lenta muerte por falencia del estómago, qué no entiende de miserias. Imaginaba, absorto, oírlo cantar canciones de libertad, cantigas de encanto que nos harían pensar que mañana será mejor que hoy, porque finalmente estaría en nosotros, hombres y mujeres, la felicidad de Galicia.

Nuestro discursante parecía querer reinventar la rueda al decir a sus tres mil mujeres que la igualdad va a ser uno de los principios fundamentales de su gobierno. La Constitución española del señor Fraga ya los recogía en su título I de los derechos y deberes fundamentales y afirmaban que eran conformes con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estos derechos fueron esbozados por primera vez en la obra de Thomas Paine, Rights of Man, escrito en los rigores de la Revolución Francesa.

Salgo del recinto de Xinzo de Limia, cabizbajo, pensando que el esfuerzo de mi madre, trabajadora incansable en el esfuerzo diario para proveer complemento al sueldo de mi padre, no fue suficiente para retener sus hijos en Galicia. No vi sensibilidad en el gobierno del PP para reconocer mi esfuerzo y honradez en la lucha por hacer valer mis derechos y deberes de ciudadano español. Ahora soy dos veces retornado y sin derecho a paga. Continúo, à sombra de unha viñeira, sin ver novedad que me ilusione en las palabras de Alberto.

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