miércoles, 4 de marzo de 2009

EMPLEO

EMPLEO

No seria lo primero que usted ha prometido hacer, muy señor mío. Pero no se preocupe, ha prometido tantas cosas que nadie más ya se acuerda ni de las primeras ni de las últimas. No obstante, son muchos los que todos los días se acuerdan y duermen con esta preocupación, que lleva a la locura.

Lo que ha escrito, escrito está, pero le queda la opción de, en un arrebato mosaico, si de la piedra no arranca leche, coger la tabla de los 14 mandamientos y arrojarla sobre la cabeza de sus seguidores. Si no lo hace, o porque la piedra es muy dura y pesada o porque el pelo de la pluma con que ha firmado su contrato con el pueblo es digno de una misa en Santiago, le aconsejo a cumplir el orden de su primer mandamiento: EMPLEO.

Siendo el primer mandamiento, y además propuesto en régimen de máxima prioridad, que significa urgencia urgentísima, deberá concentrar todo su poder de fuego en este objetivo, evitando desvíos de conducta que altere la senda que conduce a la meta.
Olvídese del coche-bomba que tanto mal ha hecho a Touriño. En el orden mandatorio de su ley mayor, el blindado se encajaría en la conselleria de AUSTERIDAD, destacada en la tercera posición de su contrato con el pueblo de Galicia.

Empleo es el arte difícil por el que se proporciona el bienestar a un pueblo. Empleo, mi muy señor mío, no significa exactamente trabajo muscular, ni ganar el pan con el sudor de una lágrima. Empleo es sinónimo de ocupación del cuerpo y alma en una actividad que satisfaga nuestros deseos de convivencia armoniosa y en paz por todos los años de guardianes de la Tierra, profesión a que la divina naturaleza nos ha sentenciado.

Cuando la peste nos invade, no es más animador saber que en el estado vecino se ceba con más victimas que en el nuestro. Mi muy señor mío: tres millones y medio de españoles tirados al infierno de la inseguridad vital es una peste que pide un cobro impagable. Mi muy magnifico presidente, más de doscientos mil gallegos sin perspectivas de futuro son una llaga cruel en el costado de los altos cargos que vostede piensa recortar en los trámites del tercer mandamiento.


En Galicia, señor, el paro viene agravado con la insolidaridad sobre los 39 % que la Seguridad social no cubre y el Gobierno gallego teima en ignorar. Buscar el diálogo con los sindicatos y la patronal gallega es una buena idea de política casera, de aquellas que tradicionalmente no llevan ningún amparo al desesperado parado y sirven para echar un velo de ilusión, capaz de nebulizar el entendimiento por una solución eficaz.

Señor, los intereses que mueven la máquina gubernamental son diferentes de los intereses del cuerpo gobernado. Los intereses partidarios también difieren en su sentimiento y necesidad de los intereses de gobierno y pueblo. En la macro lucha por el imperio de la más valía, el empresario se preocupa únicamente por su bienestar. El sindicato promueve intermediación para arrancar la mejor taja de la economía. La iglesia, otro importante sector de la sociedad gallega, sueña con las antiguas glorias que la mansedumbre plagaba con diezmos y primicias la riqueza de sus bellos templos.

Señor, la tinta que escurre de mi alma se agota en este humilde consejo de que EMPLEO debe ser su primera y única prioridad. Cumplida esta meta, otras vendrán, se lo aseguro, mi presidente, pues la misión de un Presidente es una sucesión continuada de infinitos propósitos, alcanzables uno de cada vez.

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