lunes, 16 de marzo de 2009

TARJETA EMIGRANTE

TARJETA EMIGRANTE

Hipocresía burlona, exenta de austeridad, burlesca el comedimiento. Burbuja de palabras enraizadas en dialecto irónico de intempestiva consecuencia no traen tranquilidad al emigrante en Buenos Aires, no dejan esperanza al emigrante en San Pablo, no producen orgullo en el cosmopolita español.

Garantías democráticas del voto en el exterior cabe ofrecerlas y velar por ellas a nuestro Rey, Juan Carlos I, y al Presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero. Ninguno de los dos ha hecho nada para defender el derecho constitucional de los gallegos universales a escoger su representante regional.

No tranquiliza la emigración saber que la vaca se ha puesto a toser y no le queda más lecha en la ubre. No se pueden sentir muy tranquilos al saber que la emigración formará parte de las prioridades de alguien que, ignorante del sentido de la prioridad, se burla de la moral del emigrante, acusándolo de muerto, traidor y mercenario del voto, para, después, en acto de padre Gargajo, viajar en vanidosa arrogancia a la diestra del viejo Vedra y ofrecerle en bandeja de plata cromada el símbolo de una tarjeta sanitaria.

Todavía no es presidente, pero ya habla como un dios. Mejor, como el Moisés que huye de Egipto y increpa el pueblo a seguirlo por arenas del desierto. `Galicia tiene un sentimiento electoral por causa de un sistema que puede ser mejorado`. Sin duda, habrá que mejorarlo, pero sin trampas ni cartón, ni mucho menos con un oportunismo electorero al sabor de las conveniencias de un manipulador del CERA regional.

La grandiosa mayoría de los emigrantes gallegos vivos ostentan edad que ultrapasa los setenta años. Viven amparados por todos los derechos y deberes de los países que les han dado cobijo. Han vivido las sensibilidades de numerosas revoluciones, han constituido familia y sufren el desespero de llegar a la ancianidad y ver, rechiflado en la tristeza, evocar la mentira y el rencor de la vieja vida patria, ecoando por las obscuras corredoiras del calvario de su pasada niñez.

Señor: Galicia es hoy más amplia gracias a nosotros, los Emigrantes con E grande de España. Igualmente, tan amplios fueron nuestros deberes y servicios, tan amplios y brillosos deberían ser nuestros derechos. Una tarjeta sanitaria de Galicia tendría el efecto desastroso de un gallego americano pidiendo limosna en el desierto africano.

Le ruego, señor, haga usted buen uso de sus promesas entre los paisanos que en la tv gallega irán hoy discutir, sin nuestra presencia, las consecuencias de su tarjeta emigrante.

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