lunes, 2 de marzo de 2009

RENOVACIÓN

RENOVACIÓN

Las elecciones gallegas obedecen a las características de un juego lotérico, no nos engañemos. Además es un juego probabilístico centrado apenas en tres números, aunque en la cesta hayan entrado X números correspondientes 75 nombres multiplicados por 14 partidos.

En uno de marzo de 2009 en Galicia se reproducen los sentimientos del 1 de abril de 1939. Mitad de Galicia sale a la calle, ríe y canta, esperanzosa. La otra mitad se queda en casa, tristemente temerosa, sufre y llora.

Cuando uno pierde, la normalidad se resigna ante el designio de la derrota. Cuando uno gana el rostro se ilumina, la ambición despierta y la arrogancia del vencedor crece en la misma proporción que crece la humildad del derrotado.

Galicia no ha escogido su presidente. Me parece bueno que nos enteremos de esta relativa verdad para que no nos sorprendan en el expectante caminar de la historia. Galicia ha elegido 75 deputados al Parlamento gallego. Estos 75 deputados, elegidos por elecciones oblicuas y no directas, tendrán la incumbencia de nombrar presidente de la Xunta al candidato de la lista que los han escogido exactamente para este fin.

En tesis, cualquier deputado podrá votar legalmente en cualquier otro deputado, pues, en tesis, todos son iguales y tienen los mismos derechos constitucionales para ser elegidos Presidente. Si no aparecen otros candidatos que no los números uno, será por un principio de autoridad y fidelidad muy difícil de encontrar en cualquier organización humana. Conocemos que este principio fue dramáticamente vulnerado por Judas a cambio de treinta monedas de valor relativo muy inferior al sueldo nominal de un presidente actual. La historia muestra que tamaña fidelidad es incompatible con los intereses personales reinantes en el seno de cualquier agrupamiento humano. La fidelidad exige compresión grupal por los intereses individuales y viceversa, además de otras muchas virtudes.

De los 75 deputados seleccionados en concurso de juego electoral, 38 pertenecen a una determinada agremiación política. Pero por esta agremiación han concurrido 75 fieles discípulos de Feijóo. Es lícito pensar que 37 apóstoles han perdido. Pero estos perdedores estaban en la misma cesta de los 38 ganadores y es sabido que todos comulgaban igualitariamente el mismo credo de su pastor. Por un simplérrimo principio de orden los justos son equiparados a los pecadores.

Por otro lado, considerando la planta oposicionista que se irá formar después que los diputados escojan el Presidente de la Xunta, 37 parlamentares que no formaban parte de la lista ganadora irán recibir sueldos y el prestigio que los 37 perdedores de los 75 ganadores deberían recibir en función de haber sido escogidos por la mayoría de los votantes gallegos.

Vemos pues que el sistema electoral gallego, que Feijóo ha prometido cambiar, no es muy diferente del sistema que rige contienda entre partidos de futbol. A veces un partido gana, a veces la vez es de otro partido, y así, entre alegrías de una victoria y las angustias de una derrota, el gallego se resigna a conducir su sacho por el riego de vida prestes a renovarse en la primavera.

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