lunes, 30 de marzo de 2009

MANIFIESTO DE UN TONTO

MANIFIESTO DE UN TONTO

Señor: ninguna marca de coche determina el resultado de unas elecciones, ni con usted ni con Obama. No es necesario que nos subestime llamándonos tontos a todos los gallegos, que sin duda habrá alguno, y estos, en el cómputo del resultado, cuando todas las otras variables se neutralizan en el empate,  pueden ser maliciosamente interpretados como dominantes de la colectividad mayor.

Fue semejante posibilidad, con alta probabilidad de realización, lo que llevó usted a dificultar el voto de los chavales de la segunda edad en el exterior. Fue algo bochornoso, imposible de ocurrir en democracias medianamente democráticas, algo que los historiadores harán recoger en sus memorias para transmitirlas a las generaciones futuras, para vergüenza y sonrojo sobre el pasado de sus genitores.

De algún modo se muestra su señoría bastante consistente: los desajustes de su PDA fueron la causa de vostede haber perdido la cita programada en su despacho de San Lázaro. Mil otras razones emergerán para justificar desviaciones del interés público desde el sillón del Monte Pio. De momento, inculpa su cabeza por la ausencia de consejeros en su libreta azul, mal señal sobre los principios de buena gestión. Condiciona usted a todos los gallegos a depender del perfecto funcionamiento de las neuronas de un único cerebro. Parece querer ignorar existencia en alto grado de probabilidad de cortacircuitos, surgidos en momentos inoportunos y sin previo aviso.

Señor, los tiempos belicosos de invernales combates ya son idos. Estamos en primavera y usted ya ha descasado de su viaje a América. Estamos a pocos días de su elección a Presidente de la Xunta y usted revela ignorar, o mantiene en secreto, el nombre de los gallegos que irán servirlo por y para gloria de Galicia y España. No es buena señal para un relacionamiento amistoso con la banca que detiene el derecho de legislar en el Parlamento.

Aunque algunos piensen que ese pequeño número de 38 deputados, de mayoría neófita en asuntos legislativos y administrativos, no serán capaces de resolver los problemas que acosan Galicia, será bueno no desdeñar de ellos y es mi consejo que los mantenga,  día y noche, convencidos de que no fueron elegidos para componer un escenario de presepio.

Los gallegos de Galicia desean ardientemente que nadie los convenzan que fueron tontos en la escoja de su presidente. Evite usted, mi presidente, manifestaciones de ignorancia sobre la ley presupuestaria y dependencia financiera. La verdad está allí plasmada y si usted la ignora, por desconocimiento propio o por ausencia de sabios consejeros, no era vostede la persona ideal para ejercer representación de todos los gallegos.

Señor, entiendo la enorme fuerza exigida para promover el cambio de un estado inercial. Usted ha prometido, con pinceladas genéricas, un cuadro de retorno al 2004, ofreciendo dar continuidad a un mundo  que se había perdido bajo el liderazgo de Bush y Aznar. Nosotros, los tontos, descabezados por este humilde consejero que tanto os aprecia,  deseamos tenga pleno  suceso.

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