Con todo el corazón y la fuerza harmónica que une el sentimiento entre dos buenos gallegos, dedico este mi cantar al periodista e ilustrísimo Don José Cedan Fraga.
Todo mundo conoce Don José y ya sabe donde ubican sus sentimientos de ruralista urbano. No es por falta de voluntad política ni siquiera por ausencia de dotes jornaleras que ese emérito paisano todavía no fue nombrado representante plenipotenciario de los gallegos residentes fuera de la parroquia; parroquia que un día, ellos, sus padres o abuelos tan desdichadamente sirvieron.
No son residentes de las parroquias de origen aquellos que quiere discriminar por el principio del voto que nada vota a sus hermanos ausentes. Eses gentiles hombres de periodismo embustido, pseudomanos de las catacumbas feudales, no pierden gracia aun en este momento en que por todos lados suenan campanas de alarma clamando por solidaridad para que no se extingan los beneficios y privilegios oriundos del exterior. Si en la Galicia metropolitana no hay dinero para pagar lo más básico para una vida ejemplar, algo tendrán que hacer los gallegos que habitamos fuera de la metrópoli en adicción a lo que los gallegos habrán de hacer dentro.
Cuando en Galicia consigamos elegir un gobierno democrático de verdad, transparente y honesto, los diasporizados gallegos no dudaremos, como históricamente nuestros abuelos y padres nunca dudaron, en enviaros fondos para satisfaceros en lo básico de una vida normal. Mi padre ya me ayudó cuando yo necesité y yo ayudé mis padres cuando mis hermanos necesitaban de su ayuda. Es historia ya conocida por quien debiera conocerla, pero quiere ignorarla con descalificaciones psicodélicas nacidas por la pluma con pena de gallo de un abochornado y singular periodista.
Pluma digital que no se contenta con apenas olvidarse donde queda el Exterior, sino que de ella siempre se acuerda para blasfemar lo que ocurre en el interior y así nos insultan con insinuaciones peyorativas al buen estilo de un bella bouquet de rosas.
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