miércoles, 12 de mayo de 2010

VERBORRAGIA DE RAJOY

En España corre un juego en que el árbitro pita un penalti en el último minuto. La contienda había sido desarrollada con ánimo y combate variando a todo momento por acción de los entrenadores e indolencia de los jugadores. La tripleta compuesta por formación, entrenamiento y competición vive íntimamente unida, pero adopta matices diferentes en función de los intereses de la política emergente.
Un buen gobierno está caracterizado por una buena formación de los elementos que lo componen. Su acción obedece a objetivos prioritarios, discutidos en sesiones de entrenamiento, por los que se establece un determinado plan y se elabora el correspondiente programa para conseguirlos.
El Gobierno debe vivir enfocado en el bienestar posible de todos sus ciudadanos, sin destaque exagerado de unos pocos en detrimento de una inmensa mayoría. Eventualmente, pueden concentrarse algunos beneficios en determinados jugadores como estrategia en la obtención de victorias. Pero una vez conseguida la victoria, para manutención de buenos resultados todos los jugadores deberán obtener provecho de todas las beneses y en igualdad de condiciones. Si esto no ocurre, los jugadores del banquillo tramarán como joder, a la zorra, toda estrategia de su entrenador.
El viernes iniciará una fase sin precedentes en la historia de España. El Congreso aprobará -tiene mayoría para tanto -  el programa del Gobierno de España. Es un programa elaborado a prisas para tentar atajar un mal mayor. Su fundamento filosófico es la inflación al revés, y pretenden que no sea calificada por el término peyorativo de deflación.
Deflación, como todos sabemos, se caracteriza por una reducción continuada de la demanda agregada y esta provoca rebaja en los precios de todos los bienes y servicios de un determinado mercado. Un desastre en el pensamiento de Rajoy que, en su estrategia de contenidos mínimos, desea evitar. Y lo evitaría, si estuviese al mando de la caja de Pandora, por medio de macizas emisiones  de moneda capaces de contentar todos los griegos y gallegos de España. Pero Rajoy no pilota el timón del Banco Central Europeo, ni siquiera su amistad, con doña Merkel y el señor Obama, parece sincera.
Suspendamos pues el aliento y preparemos la emoción para ver lo que pasa en el chute de la pelota. De un lado, Rajoy con su verbosidad excesiva, deseando que la burbuja valla rellenada de plomo y vare la meta de España. Del otro, Zapatero soplando como puede para que la burbuja vuela por encima del portero y valla cantar las cuarenta a otro lugar. A la salida del estadio, conforme el resultado,  se pagará la partida.

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