Se aproxima a una veintena los muertos habidos como consecuencia de la masacre ocasionado por tropas de Israel a una flotilla de pacifistas transportando ayuda a la sufrida población de la Faja de Gaza.
Como ángeles del cielo con sus flamantes espadas de fuego, los soldados bajaron en la obscuridad de la noche sobre la nave capitana, con la única finalidad de llevar luz a los infieles demonios y acidiosos habitantes de la nave Mavi Marmara.
No se puede prever la reacción del demonio, lo tenían bien claro los humildes y santos militares que se dispusieron a un pacífico abordaje con animo de conducir la flotilla al puerto de Ashdod y desde allí providenciar distribución de ayuda a los sitiados en Gaza.
Daniel Ayalon, vice ministro de relaciones exteriores de Israel informa a los condolidos tripudiantes de la flotilla vociferante que los soldados de la paz hicieron el máximo de esfuerzo para evitar el derroche de vidas por causa de una provocación descausada y habitada de odio.
El pueblo elegido por Dios no puede permitir provocación premeditada y ultrajante a los escogidos por la voluntad del señor. Será que por la cabeza de aquellos tripudiantes pasajeros de la flotilla con ayudas a Gaza no pasaban las preocupaciones bíblicas de Moises para conducir su pueblo a la tierra prometida? Y ahora que la alcanzaron y en ella están bien posicionados a la diestra del todo poderoso y con bombas nucleares ¿a quien se le ocurre desafiar la autoridad suprema de quien es hijo del señor?
Ave María Purísima, meu filliño, com tantos problemas e sem cartos para resolvelos, agora se encendeia outra crisis mundial. Se à miña costa non chamasen Costa da Morte, eu diria que é o lugar mais indicado para sofrer, com caldo de grelos, as ironias da vida, e vivila com mais outra tragédia a bordo.
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