Dificil, difícil…, difícil sí que lo es. Pero, lo imposible nada cuesta porque todavía no le han puesto precio. Si la perfección morase en Ramón ¿que le valdría vivir así? Hay fronteras que se encuentran en cada esquina, cruzarlas y vencerlas en la derrota también enseña.
No hablo de inocencia, pues quien se lanza a la política corre el riesgo deliberado de no serlo. Hablo de una empresa social prestes a perder la cabeza. Somos un concello que podrá quedarse acéfalo por eventual intención dolosa de dos diplomados jinetes se degollaren en la corrida amorosa por una corona. Uno es el mociño bonito y al otro ya lo han tildado de anciano malvado. Ni tanto al cielo ni tanto al infierno, porque es aquí en el pueblo que los hechos pasan y si nuestra resolución es dar sentencia de pena máxima al reo presunto, sin presunción de juicio justo, incurriremos en peligrosa premisa para que otros desaguisados sucumban al peso del martillo.
No son todos los que están, pues la historia nos demuestra que muchos, que en la cruz murieron, no merecían tal pena. Ni siquiera aquel sabio, que por sí mismo fue sentenciado a ahogarse en un sorbo de cicuta, merecía tan trágico desfecho. Tan drásticos ejemplos no quita que muchos que están también lo son y ahí entra la balanza de la justicia para echar pienso en el lado correcto del problema.
Pero una vez más, caminando en una cuerda bamba, nos desviamos del lado al que queremos llegar: un grupo de concejales comandados por una presidenta que, dependiente de una voluntad superior, nos pueda ahogar en su declarado deseo de alcanzar la Moncloa o un presidente que, aún fiel a un bloque problemático, tiene garras para defendernos en una amplia gama de propósitos deseados por todos los parroquianos.
Cerramos una puerta. Habrá que abrir una ventana para que del dolor brote buena brisa esta mañana. El pasado se fue, aunque de nuestra memoria jamás se irá. Para que el futuro llegue, necesario será colmar con risas nuestra gracia gallega.
En otro escrito yo me refería a la carta comodín en manos de Daniel. Mea culpa. El comodín pertenece a Ramón, a quien, dada las circunstancias, cabrá acomodarse en una situación que le ofrezca menos peligro. Y esa situación, en mi visión de gurú espacial, será ofertarse al buen juicio de Daniel Oca, en quien, a lo que sabemos, no desbordan sentimientos de maldad y venganza. A nosotros nos quedará la oportunidad de observar como dos ases actuando juntos podrán servirnos durante cuatro años. Amen.