martes, 10 de mayo de 2011

FRASES MARCADAS

“Votar es un derecho civil y constitucional  del que no debemos sentirnos dispensados a no ser por motives graves.” Es lo que dicen los obispos gallegos y acrecientan: deberemos hacerlo jugando limpio, con honestidad, serenidad en los motivos y expresivos en los contenidos, ausentes de actitudes demagógicas y pobres en descalificaciones gratuitas.

“Es hora de agradecer a los responsables políticos su dedicación y entrega a través de la gestión de los asuntos públicos  a favor de todos y animarlos a ofrecer este servicio con disponibilidad, competencia, honradez y generosidad”

Perfectos en la palabra y en la intención, que refleja tan maravillosa y sublime oración al riego de sabios conceptos para que, por lo menos en estas elecciones (de otras ya hablaremos después) salgan obreros que se ocupen de obras que contribuyan al bien común de todos.

Se olvidan decir que un candidato político ya no es más un obrero y sí un soldado en potencial, siempre dispuesto a dar tiros a diestra y siniestra, o por cualquier otro lado que juzgue conveniente a los intereses de sus comandantes partidarios.  En el arte macabro de la guerra política todo parece tener validad y cualquier acto es justificable cuando el enemigo, considerado demonio,  cae de rodillas o lo clavan en la cruz para xerar ilusión sublimar de conde justo en algún paraíso perdido.

La responsabilidad es incompatible con la ilegalidad. Hombre, es un deber de cualquier iniciado en la política saber que la cosa no es necesariamente así. Hay hechos considerados perfectamente legales que son extremamente injustos. Sin ir más lejos, el sacrificio de Jesús fue un acto perfectamente legal, aprobado por el templo y ordenado por el estado. Este concepto lo vi muy arraigado en los argumentos de Moncho, cuando este justificaba los desatinos de un obradoiro en los tiempos que él mandaba sin ser comandante.  Luego, investigar sin límite la presunción de inocencia es caminar por un limbo jurídico del que jamás uno sale para cualquier otro lugar. Los sabios del derecho por caminos retorcidos tienen conciencia de este mandamiento y lo practican en su oficio con maestría ejemplar.

Votar, en España es un derecho. Felizmente no es un deber legal. Vota quien quiere y quien tiene fe que de su votado saldrá algo útil par sí y su entorno familiar, y no simples “legalidades” traducidas en tasas, impuestos, contribuciones, adjudicación de obras superfacturadas, desempleo o mismo ilegalidades consideradas justas por el votado, como cohechos, prevaricación, malversación de lo impuesto, falsedad documental y otras cositas de la  impudicia pública. 
  
No votaré este año en ningún partido que me ofrezcan desde mi pueblo. Conozco personalmente todos los cabezas de lista. En un juego de alternativas posibles, confieso que sé escoger un candidato. Pero me repugna la idea de que mi voto quedará fraccionado y pisoteado por otros doce y algunos suplentes, cuya capacidad y honestidad de sus propuestas no son declinadas, o, como el lorito inteligente lo hace, apenas repiten frases de efecto marcado.

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