martes, 3 de mayo de 2011

LA MAGIA DEL ALMA

A veces pienso que la magia está en la voluntad de determinadas personas, muy decididas a instruir la fe de quien ellos necesitan para dar testimonio de verdad absoluta a sus magias. Como producir magia a cotio es una actividad extremamente cansativa, viene de ahí la gran necesidad de crear instituciones para que a la sombra de sus copas se pueda vivir al aire de una rica brisa.

Para haber empleo no es necesario que la economía crezca por encima de cualquier cosa. Para haber empleo es suficiente que el hombre tenga necesidades y estas despierten la consciencia animal de que, no siendo atendidas, en breve cesará el movimiento de todo su sistema endógeno, promoviendo el retorno a su condición de polvo estelar.

El FMI es una institución resurgida en Bretton Woods después del gran colapso de la bolsa, seguida del conflicto universal de la segunda guerra mundial. Ella ha metido la pata durante muchos años en un gran país de dimensión continental, en el que este servidor se ha servido durante medio siglo. El gran mérito que se puede atribuir a los economistas del FMI fue convencer a algunos economistas del país continental a aumentar los intereses de empréstitos en dólar y seguir el ejemplo practicando la usura financiera en su moneda nacional. El éxito de esta pocilga mágica fue estruendoso y en poco tiempo su reflejo puso raíces en toda la economía suramericana, evitando  que economistas al servicio del capital pensasen  discutir el modelo y el beneficio de las grandes fortunas.  

Esos cinco millones de españoles, abandonados por el derecho constitucional de poseer una ocupación digna y capaz de dar suficiencia a todas sus necesidades básicas, no están parados por un mero capricho de sus voluntades, ni tampoco esperan que los tiempos mejoren para conseguir un precio mejor en el mercado del alma humana. Ellos están quietos, parados o paralizados por el efecto pabloff, a sabiendas de que un movimiento en falso provoca un doloroso chispeo eléctrico sobre la piel, suyas y de sus familias.

Si le exigen a un gaitero que algo habrá de hacer para resolver la crisis, él no hesitará en hinchar con aire de su pecho el bucho de un puerco  y así  arranca sonido en su gaita. Si a un remero del Volga le dicen la misma cosa, cosa diferente hará poniendo sus brazos a servicio del remo. Y si a la suprema corte de la academia sueca de ciencias le exigen destino de un premio extraído de la pólvora creada para reventar el intestino de la tierra, ella hará un vistoso fogueteo para premiar un modelo supuestamente avalado por un juego de fórmulas matemáticas, explicando lo obvio sin probar lo esencial.

Relaciones de causa y efecto fueron perfectamente estudiadas por un cirujano militar ruso y de su dedicación nació escuela fisiológica de las más productivas en el mundo de su tiempo. Sus investigaciones cuidaban de las pulsaciones del corazón y de la secreción de las glándulas como consecuencia de los procesos digestivos. Un alma animal, si hambriento, a la menor señal de olor de comida muestra un incremento de saliva, haciendo que los jugos digestivos despiertan para alertarlo de que algo habrá de hacer para arrancarlo de una desagradable tensión. Y el can, ya lo sabemos, hará, como cualquier otro animal de alma mortal, siempre lo que sabe hacer. Algo desastrosamente mágico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario