lunes, 23 de mayo de 2011

CEE FELIZ


Las cartas están distribuidas y cada jugador sabe su valor y el valor de los otros jugadores. El rey de espadas está con Ramón, el rey de bastos le tocó a Zaira y el comodín ha caído en manos de Daniel. A Amancia le correspondió la insignificancia de un minúsculo naipe, aquel naipe que no se usa porque no tiene utilidad; fue una carta justa y bien acomodada al talle del peso de su ambición política. 

Habrá un juego final entre tres equipos, de los cuales dos saldrán vencedores y un tercero humillado por su grandeza histórica y condición de partido rico. 

Vigo y Daniel, dos jugadores de peso, poseen elementos de cultura y saber suficientes para habilitarse a la gestión del presupuesto de la villa de Cee. Zaira, también; yo lo sé por haber cambiado algunas ideas de estilo con ella, en otros tiempos, claro. 

Un gobierno de Vigo con Zaira no sería permitido por Feijoo. Un gobierno de Zaira, mujer moderada, tranquila y paso equilibrado, no casaría con el estilo compulsivo, impositivo y arrogante de Vigo, de paso ligero, voz firme y mano dura. En vuelta de los dos estará zumbando un enjambre de abejas, obreras del interés financiero que por su vez necesitará dar miel al interés del ladrillo y otras empresas de elevado porte. 

Por detrás de Vigo ronda la sombra inquietante de un juez y un proceso al que los paisanos de Cee soplaron aires de extrema complicación. Difícil prever el resultado, Vigo deberá entregar su alma a algún apóstol antes que el Senedrín decida ofrecerle el mismo destino ofertado a Santo Estevo de Lires. 

Cualquier gobierno con Vigo a la cabeza se verá temblando a todo momento por efecto de pequeños tremores, algunos serán de baja intensidad y otros parecerán catapultados por insidiosos avalos. Luego, para un relativo suceso del gobierno durante los próximos cuatro años, Vigo deberá bajar de su pedestal supremo y admitir un segundo puesto para sí y un puesto simbólicamente modesto para Candiño. 

Por el camino de tan elementar raciocinio, vislumbro Daniel Oca como siendo el alcalde que la gran mayoría del pueblo desea. No tiene un pasado que lo comprometa, es inteligente, culto y posee un razonable conocimiento de la teoría administrativa, así como cuatro años de experiencia como concejal activo de la oposición. Tiene el comodín, ha dado transparencia a sus propósitos y ha definido la misión de su gobierno con una frase hermosa: Cee es un pueblo para sentirse feliz. Yo fui feliz en Cee durante muchos años. Me gustaría volver a sentir el orgullo de aquella felicidad. 

Con una carta tan importante el juego está en las manos de Daniel Oca y de ella depende el primer paso para bailar la rumba en un Cee feliz.




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