A 12 días del 20/N me siento un payaso aburrido. Una ligera reflexión por lo que he visto en el debate televisivo revela mi patológica tozudez por querer seguir adelante. Una incisiva mirada a lo que resta del programa me alerta sobre el peligro de continuar y descarrilar por el sendero de lo absolutamente insignificante. Ninguna novedad fue expuesta para que pudiera entusiasmar mi ánimo a gastar algunos segundos en la elección del salvador de mi Patria.
Dicen que la lluvia ha mojado el suelo y que para secarlo será necesaria una enorme fregona. El temor optimista me alerta para la gran oportunidad de apuntarme en la categoría profesional de fregona. El temor pesimista me hace sentir como podrán retorcer mi pescuezo hasta el extremo en que la secura de la seguridad social exponga mi lengua a la claridad del día y, al verla diáfana y transparente, me acusen de rabioso por aversión al agua.
Para digerir lo deglutido pongo al relente de esta madrugada la nota silenciosa que he dado al debate: empate histriónico por la algazara anunciada de un ambiguo resultado.
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